El 5 de Marzo es una fecha histórica, una de las pocas efemérides que
recuerdan la victoria del pueblo (zaragozano) frente a las fuerzas de
la reacción. Por eso he criticado sistemáticamente los intentos (y no
han sido pocos) de acabar con la celebración, que Franco prohibió
durante 40 años. Me gustaría, desde luego, que la Cincomarzada se
desarrollase envuelta en espíritu cívico, que jalonase año tras año
nuevos éxitos de la ciudadanía sobre la burricie, la guarrería y el
gamberrismo (que vienen a ser la misma cosa). Pero eso llegará, o está
llegando. Mientras, alegrémonos porque somos herederos de aquellos
zaragozanos liberales que unidos a la Milicia Nacional y a la guarnición
de la plaza impidieron que los partidarios del absolutismo se
apoderaran de la ciudad.
Aquel 5 de Marzo se cumplió la máxima de
que, si el pueblo en armas es secundado por el Ejército regular sujeto a
la soberanía popular, los enemigos de la libertad no tienen nada que
hacer. El fenómeno se comprobó nuevamente el 18 de julio del 36, cuando
capitales como Sevilla o la propia Zaragoza cayeron en manos de la
rebelión antirrepublicana por la masiva defección de militares y
guardias civiles o de asalto. En cambio, en Barcelona, Madrid o
Valencia, la unión de ciudadanos y uniformados impidió el triunfo de los
facciosos.
Y que nadie tiemble por la evocación de hechos
violentos de nuestro pasado. Conocer y comentar la historia de nuestro
país es la mejor vacuna para que los cuatro jinetes malditos no vuelvan
por aquí. En estos momentos, la crisis que atravesamos produce excusas
para que algunos fanáticos se exalten y pidan volver atrás, al más
oscuro pasado. No creo que sus entusiasmos tengan opción de convertirse
en hechos porque provienen de un tiempo que ya pasó. El
nacionalcatolicismo y el fascismo (en España, el uno arropó al otro) no
serían hoy sino factores muy secundarios en el populismo ultraliberal y
superconservador que de hecho ya se exhibe desde el poder político y
fáctico. Por eso, y aunque algún general en la reserva ande por ahí
diciendo tontadas, de momento- ¡Viva el 5 de Marzo!
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