Miré en su momento los salarios y propiedades de los cargos
aragoneses de CHA e IU (difundidos por ambas organizaciones), y allí no
se veía nada de particular. Al contrario: cogías los sueldos en bruto
(incluidas dietas), les restabas los impuestos y las aportaciones al
partido y te quedaban ingresos que a menudo se situaban por debajo de
los dos mil euros al mes prorrateando las extraordinarias. Aun así hubo
quien lo vio excesivo, y algunos incluso vislumbraron por debajo de las
cifras oficiales extrañas comisiones que solo existen en su
calenturienta imaginación. No todos los políticos han tenido la ocasión
de estar tan bien colocados como Bárcenas, Matas, Mato, Chaves, Bono o la familia Pujol (por poner casos variados y tocados por los medios). Pero Juan Martin (CHA) o Adolfo Barrena
(IU) no juegan en esa división (ni se las llevan, presuntamente) y
apechugan con mil y pico mensuales. Que sí, triplica el salario mínimo
interprofesional; más convengamos en que dicho salario es una mierda,
una afrenta a los trabajadores que lo perciben. ¡Sólo falta que
empecemos a medirnos todos por semejante baremo!
Hay gente que se
ha hecho rica en la política, que se ha colocado y ha colocado a amigos
y parientes, o que ha usado los resortes del poder para prepararse
interesantes aterrizajes en el sector privado. Los más astutos y
sinvergüenzas han hecho las tres cosas al mismo tiempo. Pero obviamente
son una minoría. Desde luego, en las filas de CHA e IU Aragón hay muy
poco que rascar al respecto. Algún acto aislado de nepotismo y pare
usted de contar. Ahora bien, con la difusión de sueldos y patrimonios
tampoco vamos a avanzar gran cosa. Las Cortes han hecho el
correspondiente strep tease y tal ejercicio, salvo reflejar la
existencia de unas dietas y gastos de transporte muy discutibles, no ha
desvelado nada especial.
Además, dejémonos de bobadas: los sueldos y los patrimonios oficiales
no reflejan la corrupción. A esa bicha hay que buscarla en las
contratas, las subvenciones, las sociedades públicas, las
clasificaciones de suelo... en fin, donde está el dinero; pero el de
verdad.
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