sábado, 2 de marzo de 2013

Políticos, sus sueldos y sus circunstancias 20130302

Miré en su momento los salarios y propiedades de los cargos aragoneses de CHA e IU (difundidos por ambas organizaciones), y allí no se veía nada de particular. Al contrario: cogías los sueldos en bruto (incluidas dietas), les restabas los impuestos y las aportaciones al partido y te quedaban ingresos que a menudo se situaban por debajo de los dos mil euros al mes prorrateando las extraordinarias. Aun así hubo quien lo vio excesivo, y algunos incluso vislumbraron por debajo de las cifras oficiales extrañas comisiones que solo existen en su calenturienta imaginación. No todos los políticos han tenido la ocasión de estar tan bien colocados como Bárcenas, Matas, Mato, Chaves, Bono o la familia Pujol (por poner casos variados y tocados por los medios). Pero Juan Martin (CHA) o Adolfo Barrena (IU) no juegan en esa división (ni se las llevan, presuntamente) y apechugan con mil y pico mensuales. Que sí, triplica el salario mínimo interprofesional; más convengamos en que dicho salario es una mierda, una afrenta a los trabajadores que lo perciben. ¡Sólo falta que empecemos a medirnos todos por semejante baremo!

Hay gente que se ha hecho rica en la política, que se ha colocado y ha colocado a amigos y parientes, o que ha usado los resortes del poder para prepararse interesantes aterrizajes en el sector privado. Los más astutos y sinvergüenzas han hecho las tres cosas al mismo tiempo. Pero obviamente son una minoría. Desde luego, en las filas de CHA e IU Aragón hay muy poco que rascar al respecto. Algún acto aislado de nepotismo y pare usted de contar. Ahora bien, con la difusión de sueldos y patrimonios tampoco vamos a avanzar gran cosa. Las Cortes han hecho el correspondiente strep tease y tal ejercicio, salvo reflejar la existencia de unas dietas y gastos de transporte muy discutibles, no ha desvelado nada especial.

Además, dejémonos de bobadas: los sueldos y los patrimonios oficiales no reflejan la corrupción. A esa bicha hay que buscarla en las contratas, las subvenciones, las sociedades públicas, las clasificaciones de suelo... en fin, donde está el dinero; pero el de verdad. 

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