Ni en la CAI ni en ningún otro ámbito u organización, claro. Escribo
este artículo mientras el comité de empresa y la dirección de Caja3
apuran las últimas horas que quedan para negociar los 592 despidos. Los
empleados de la entidad se mantienen en huelga. Una huelga histórica,
total, que no ha precisado piquetes para mover a la plantilla de cabo a
rabo. Esa huelga, impensable hace solo un par de años, indica cuánto han
cambiado las cosas en Aragón, España y el mundo entero. No hay mejor
imagen de todas las transformaciones habidas y por haber que esas fotos
de los trabajadores de cuello blanco vestidos para la protesta, sin
corbata ya ni cosa parecida, con sus anoraks, gorros de lana y otros
aditamentos poligoneros. El hielo ártico se está haciendo agua.
Son tiempos muy confusos y muy bordes. Algunos estúpidos alegan que si
la plantilla de la CAI no hizo huelga jamás (al menos de forma tan
generalizada), ahora que se joda y se coma el ERE con patatas. Como si
la actual amenaza directa a quienes hasta anteayer eran asalariados de
primera no advirtiese a los demás trabajadores (bien o mal pagados,
concienciados o no) del peligro inminente. Sálvese quien pueda, se dice.
Pero salvarse no está ya en las manos de casi nadie. Somos números en
una hoja excel concebida para optimizar beneficios.
Los políticos de la oficialidad
aragonesa (PP, PSOE, PAR) cierran los ojos ante la tragedia que se
precipita sobre los empleados de la CAI, como los cerraron cuando
enviaban representantes a un consejo de administración que bendijo mil y
un desmanes. Rudi se desentiende. No así Monago, su homólogo y conmilitón extremeño, movilizado para apoyar al personal de Caja Badajoz. Al tiempo, los analistas pragmáticos advierten de que ya es demasiado tarde y el destrozo laboral en Caja3 es inevitable, imprescindible.
Todo cambia y se hace fluido. Lo que llamamos crisis es el anticipo del
futuro. El Ártico se licua para no volver a convertirse en hielo sólido
nunca jamás. ¿Sobrevivirán los osos polares? Solo si se adaptan, dicen
los extremodarwinistas. Y los bobos insisten: los osos... ¡bah!, que se jodan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario