El portavoz del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza y diputado en el Congreso español, Eloy Suárez,
aplicó ayer, en el debate sobre el estado de Cesaraugusta, el principio
de que este no es momento de pacto sino de confrontación. Así que el
alcalde de la ciudad y senador, Juan Alberto Belloch, se quedó
compuesto. Tendrá que conformarse con CHA e IU. Es la ley pendular:
cuando mandas propones pactos, vendes autoestima y generas buen rollito
institucional; cuando estás en la oposición metes cizaña, armas barullo e
incluso parece que entiendes y asumes los problemas de la ciudadanía de
a pie. Lo normal.
Ya perdonarán si no profundizo en el debate
entre Belloch, Suárez y los demás. A estas alturas, ciertos temas y
ciertas buenas intenciones chirrían bastante. Ponerse en plan buenico y progresista
en lo de los desahucios, suspender embargos fulminantes, ordenar a la
Policía Local (como ha hecho Juan Alberto) que no eche a la gente de su
casa está bien... Ya se han apuntado a ello el Gobierno de España, la
AEB (la patronal de la banca) y la CECA (la patronal de las cajas). El
impacto de los suicidios, por supuesto.
La derecha, que lo tiene
más claro que nadie, no quiere pactos, quiere luchar y ganar. Lo está
logrando en su macroversión española y españolista y en sus
microversiones catalana y vasca (catalanista y vasquista, claro). El
PSOE, derrotado e incapaz de asumir su situción objetiva y su obligación
política, aún se hace pajas mentales con los grandes acuerdos, el
interés común y todo eso. Por eso el bueno de Marcelino iglesias
se fue hasta Lérida para dejar estupefactos a sus correligionarios
invocando las dos guerras mundiales y las cuatro guerras civiles en
España. Por culpa del nacionalismo, dijo. Y además (esto lo digo yo) por
culpa de la competencia entre imperios, por culpa de las terribles
contradicciones sociales, por culpa de la atroz pugna ideológica, por
culpa de nazis y fascistas, por culpa de la codicia de los poderosos y
del justo resentemineto de los débiles, por culpa de la crisis del 29 y
sus consecuencias... Y, si me apuran, por culpa de los timoratos y los
bienintencionados.
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