El 14-N dejó a su paso una estela de contradictorias sensaciones. El
Gobierno supo que definitivamente tiene la calle en contra. Los
sindicatos demostraron que distan de estar acabados. El PSOE lamentó con
amargura su desconexión con las masas rebeldesa. Y la gente se puso en
pie, miró alrededor, se sintió parte de la muchedumbre y cobró nuevas
esperanzas. En esta guerra de desgaste ganará el que más resista. Según
la estrategia conservadora, a estas horas debería haberse emitido desde
Moncloa el parte final: "Atemorizada y desmoralizada la ciudadanía,
etcétera, etcétera". Pero anteayer en cientos de ciudades y pueblos la
ciudadanía estaba viva y protestando. Con miedo, sí, pero con
indignación y voluntad de aguantar el envite. Rajoy lo tiene cada vez más crudo.
La discusión sobre si la huelga general fue un éxito o un fracaso
carece de sentido, a la vista del volumen alcanzado por la movilización.
En Zaragoza, promedio de las Españas, paró la industria (grande y
mediana), el transporte público colectivo funcionó en servicios mínimos,
Mercazaragoza abrió pero no tuvo actividad, se suspendieron clases en
numerosos centros educativos y en la Universidad, los hospitales
funcionaron a medio gas... Durante la mañana, las mareas movieron
a 15.000 personas. Por la tarde, dos manifestaciones (la de los
sindicatos mayoritarios y la Cumbre Social, y la de los alternativos y
quincemayistas) reunieron en conjunto a otras 150.000 (según mis propios
cálculos). Casi una cuarta parte de la población se puso en marcha. Ese
nivel solo se alcanza cuando lo anima una decisión mayoritaria.
Al Gobierno se le plantea un problema muy serio. Ha fracasado en su
estrategia de destruir a los sindicatos (a todos ellos) con feroces
campañas de desprestigio y un ninguneo calculado. Las centrales (las
mayoritarias) estuvieron muy tocadas. pero mal que bien se van poniendo
las pilas. Rajoy y los suyos les dan oxígeno.
Al PP solo le queda
una baza: no existe (aún) una alternativa capaz de capitalizar política
y electoralmente el enorme descontento ciudadano. Pero ya veremos, ya
veremos...
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