jueves, 1 de noviembre de 2012

Ecce Homo en 'jalogüín' 20121101

Retiro lo que dije sobre el Ecce Homo de Borja. De hecho, lo he borrado de mi lista de patochadas baturras y lo he pasado a la de las genialidades que emanan (muy de vez en cuando) de esta Tierra Noble. Puede ser que al principio el asunto resultase ridículo y su expansión por las redes sociales pudiera ser considerada una muestra de la naturaleza enloquecida de internet. Pero en el jalogüín de este año los norteamericanos han convertido el famoso rostro del Santuario de la Misericordia en uno de sus disfraces favoritos. En los USA se han vendido máscaras del Ecce Homo, kits de maquillaje para pintarlo directamente en la cara, camisetas y otros productos. Eso ya no es una cazurrada al uso, sino un éxito global. 

Mis amigos artistas aseguran que la restauración llevada a cabo por doña Cecilia Giménez ha convertido una pintura corriente y moliente sin especial valor en una obra de arte singular. Me han regalado una reproducción del Ecce Homo montada sobre un imán que yo (lo confieso) he colocado en la puerta de mi nevera. Y conozco a gente cultísima que ha ido de propio a Borja a ver el prodigio.

Dicen que por el santuario han pasado 40.000 personas. Lo que situaría al Cristo martirizado al mismo nivel (en lo que a captación de público se refiere) que el último GP de motos celebrado en Motorland. Solo que aquel no nos ha costado ni un céntimo, no nos tiene en vilo con contrato alguno y la repercusión que esas visitas tienen en la hostelería y los servicios borjanos es puro retorno. El trabajo pictórico de doña Cecilia se ha convertido así en una fuente de ingresos. Y el consejero Aliaga ni ha ido a verla ni le ha tramitado los correspondientes derechos de autor ni nada de nada. Borja se ha colocado en el mapa. El santuario obtiene miles de euros al mes. De rebote, los herejes protestantes se han metido en la piel de una imagen cien por cien católica (incluso en su actual versión neoexpresionista). Y la jugada nos ha salido gratis. ¡Gratis! Este 23 de Abril hay que darle un premio a la señora Giménez. Lo suyo no es una restauración- es un milagro. 

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