Hace poco, en una reunión con periodistas, Cañete, el ministro
de Medio Ambiente, defendió el fracking (extracción de hidrocarburos
mediante fracturación hidráulica de las rocas del subsuelo). "Hombre
--dijo-- no parece lógico llevar esa técnica al litoral cantábrico donde
causaría un fuerte impacto... Pero en los Monegros, ¿qué problema
habría?". Tal cual. Se da por sentado que España será el segundo estado
europeo (después de Polonia) que dé luz verde al polémico fracking.
Bueno, nuestro bendito país está hecho a todo. Además, con tanta crisis y paro, es preciso despejar el camino a los emprendedores.
Los tiquismiquis ecologistas sobran. ¿Qué importa si el fácil beneficio
inmediato (pelotazo) destruye recursos naturales de enorme valor
potencial? Aragón, en su infinita modestia política, ya marcha al paso
alegre de la recuperación prometida por Rajoy, y la DGA prepara
una modificación crucial de la Ley de ordenamiento del Territorio
(LOTA). Cuando entre en vigor dicha reforma (que entrará, pues PP y PAR
están por la labor), la iniciativa privada podrá instar por su cuenta
planes y proyectos de interés general. Por supuesto, en el apartado se incluyen actuaciones urbanísticas. Cómo no.
La nueva Ley de Costas ha amnistiado
miles de inmuebles construidos fuera de toda norma. La privatización de
servicios públicos abre de par en par la puerta al negocio puro y duro
en ámbitos tan sensibles como la sanidad (¿han visto ustedes cómo se han
multiplicado los anuncios de clínicas privadas que realizan
tratamientos de fertilidad, justo después de que la Administración
limitase en el sistema público el uso de técnicas de reproducción
asistida?). El subastao de los hospitales madrileños (donde las empresas
contratistas se repartieron la tarta tan ricamente) se ha convertido en
un culebrón político-judicial oscuro y sospechoso. La cacareada Ley de
Transparencia está muerta antes de ser promulgada, pues resulta
imposible creérsela cuando quienes la proponen (y quienes se oponen a
ella) comparten un desmedido amor por la falsedad y la ocultación.
Que los dioses nos asistan.
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