domingo, 22 de septiembre de 2013

Oliván se saca un terremoto de la manga 20130922

En el ránking mundial de las excusas inverosímiles, la que ha puesto el consejero Oliván para detener la construcción del nuevo hospital de Teruel debería alcanzar puestos de cabeza. Y que un Gobierno habitualmente sordo a cualquier indicación sobre riesgos sísmicos o medioambientales haya pisado el freno tan bruscamente por la remotísima posibilidad de que se produzca en la citada capital un terremoto de alta intensidad pasará a los anales del deshueve. El afán recortador de los responsables de la sanidad y la educación públicas aragonesas está alcanzando niveles de auténtica histeria. Es como si les pagasen por suspender y retrasar las inversiones, por dejar que todo se vaya deteriorando, por minar lo mejor de la herencia que han recibido. Pero esto de Teruel... Increíble.

Los cachondos se preguntan si la falla que supuestamente atraviesa la capital bajoaragonesa llegará hasta Caudé, donde El Avión, solitario y aburrido, ve pasar los días, las semanas y los meses; o hasta Motorland, donde rugen las motos y quedan sepultados los millones que gracias a las fuerzas telúricas nos vamos ahorrando en hospitales (también en el de Alcañiz, ojo). Escarbar en los informes técnicos (que a priori no parecían objetar la construcción del hospital turolense) para detectar la posibilidad de un megaterremoto en lugares que llevan estables miles y miles de años es un gambito casi genial en su surrealismo. Aunque parar unas obras la víspera de que comenzaran y recortar sobre la marcha 48 kilates representa un magnífico trofeo para cualquier destroyer que se precie.

El actual Gobierno de Aragón habrá de plantearse muy en serio si está aquí para mejorar la situación y resolver los problemas, o para todo lo contrario. En dos años largos, la DGA ha recortado el gasto sin contemplaciones y sin embargo su deuda ha crecido a un ritmo no menos impresionante. ¿Por dónde se va el dinero? La incapacidad del Ejecutivo que preside Rudi para priorizar las inversiones y mejorar la eficiencia de su administración (cosa que no era nada díficil) ha desembocado en una gestión premiosa, lenta y como por demás. La promesa de hacer más con menos se quedó en nada hace tiempo. La presunta intención de reformar el sector público aragonés para hacerlo más útil, ágil y creativo no ha avanzado en absoluto. No se ahorra con talento. No se fijan objetivos razonables.

Por supuesto, el rigurosísimo criterio que ha permitido parar el hospital de Teruel no se aplicará en las urbanizaciones sobre dolinas, la ocupación del dominio público fluvial, los daños mediambientales causados por los embalses, los riesgos evidentes en el estribo de la nueva presa de Yesa y tantos otros casos. Salvo que sea necesario seguir ahorrando, por supuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario