Aragón ha reclamado formalmente a Cataluña la devolución de las
pinturas de Sijena. En medio del estruendo que causan hoy en España las
emociones nacionalistas, esta requisitoria nuestra acabará en el cajón
de los contenciosos tierranoblenses, con los bienes de la Franja,
la Travesía Central Pirenaica, el lapao y el AVE Teruel-Madrid. Qué
temario tan tontorrón, ¿verdad? Pero así de modestos somos, así de localistas.
No molestamos a nadie (ni siquiera podríamos hacerlo), no reivindicamos
nada que se salga del tiesto... y en consecuencia no formamos parte del
concierto de las (arruinadas) naciones ibéricas, cuyos gobernantes
tapan sus vergüenzas y sinvergonzonerías con la salsa emocional del
patrioterismo.
España es un lugar que ha permanecido ajeno a la
modernidad; es decir, a las grandes revoluciones de los siglos XIX y XX.
Cuando digo revoluciones no sólo me refiero a las políticas, que por
supuesto, sino a las de naturaleza social y cultural. Durante dos
siglos, apenas dispusimos de cortos paréntesis durante los cuales
pareció gestarse un cambio esencial frustrado una y otra vez. Por eso
arrastramos problemas viejísimos: el escaso respeto por la cosa pública,
el desprecio por el conocimiento y la ciencia, el desconocimiento de
las claves democráticas, una derecha dura y repleta de soberbia, una
izquierda tan dividida como chapucera... y esa tensión, a veces trágica a
veces ridícula, entre nacionalistas centrífugos y centrípetos, que son
tal para cual.
El nacionalismo catalán juega a lo que juega
porque CiU está de mierda hasta arriba y porque Esquerra es incapaz de
proponer una alternativa... d'esquerres. Así que tiran de factor
emocional y lo asientan sobre agravios ficticios o reales. Pero esto
sucede a su vez porque el terrible nacionalismo españolero ha impedido
desde siempre que se zanjara la pugna con los periféricos separatistas
de la única forma aceptable y democrática: con consultas estrictamente
reguladas que resolvieran de una vez este lío eterno. Oigan, como hizo
Canadá ante la cuestión de Quebec. O como hará Gran Bretaña en Escocia. Y
vale ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario