viernes, 20 de septiembre de 2013

Pobrecito Wert, nadie le quiere 20130920

La Casa Real y el Ministerio de Educación decidieron que el Príncipe y Wert abriesen el curso universitario en Zaragoza por ser esta una plaza tranquila. Hasta ahí llega el desenfoque que se llevan los mandamases. Por lo visto aún no se han percatado de que ha comenzado un año académico lleno de niños sin comedor, alumnos sin beca, tasas al alza, claustros reducidos y otras maravillas producto del ajuste-recorte. Suponer que en este plan sería posible montar los actos institucionales de rigor sin que hubiese algún tipo de protesta me parece inaudito. Ayer mismo, la Reina y el citado ministro se escondieron en un pueblecito de Murcia para escenificar uno de esos saraos... y hasta allí llegaron los abucheos. Natural.
 
Al final, el rector de la universidad cesaraugustana ha decidido suspender el Gaudeamus. Teme, él sabrá por qué, graves incidentes. Por lo visto le había llegado la onda de que algunos invitados a la inauguración pensaban hacer algo. Y el máximo jefe de nuestro distrito no es persona que desee enfrentarse a problema alguno, sea de orden protocolario o de cualquier otro tipo. Se ha salido por la tangente. Más le hubiera valido echarle valor y rechazar de plano la presencia de un ministro empeñado en destruir la educación pública a todos los niveles. 

A su vez, la consejera Serrat se ha indignado. Se empeña en que la liturgia institucional es sagrada y que la protesta, de existir, ha de ser educada, comedida, controlada y razonable; o sea, absolutamente descafeinada. La buena mujer no entiende ni las reglas básicas de la democracia ni la obligación que tienen las instituciones de ganarse el respeto de la ciudadanía asumiendo y protegiendo los intereses mayoritarios. Que no es precisamente lo que ocurre hoy en España. Aquí, los gobiernos arremeten frontalmente contra la gente de la calle mientras defienden con ferocidad los negocios de las élites. El sistema, corrompido, no puede esperar ovaciones. Ante Wert, la liturgia de los birretes y las togas de colorines hubiese sido todo un sarcasmo. Y si el Príncipe y el ministro quieren ser bienvenidos en la universidad, que se lo ganen. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario