Zaragoza se consume en la duda pilarista. ¿Seguirá la huelga
de autobuses durante las fiestas? ¿Se estrellará (como empieza a
temerse) la carpa del Norte (la de Tanricamente), cuya maravillosa
oferta sobre el papel está viniéndose abajo a la hora de la verdad?
Pero a mí me apetecía retomar el tema de la suspensión de la apertura de curso en nuestra universidad. Este incidente inexistente
ha adquirido vida propia, ha abierto diversas hipótesis respecto del
comportamiento de las personas involucradas y es un perfecto exponente
de la extraña locura en que nos han instalado. Digo esto porque se leen y
escuchan comentarios sobre el caso que resultan de lo más delirantes.
Se da por sentado que el Príncipe y el ministro Wert no vinieron
al Paraninfo cesaraugustano por culpa de unos graves incidentes... que
jamás existieron. La derecha aragonesa (la política, la fáctica y la
mediática) lamenta lo que pudo pasar como si hubiera pasado. Pero no
pasó. Los enfados y lloros posteriores se fundamentan en una mera
suposición.
Luego está la duda de si el rector, al aceptar
primero ser el anfitrión en una apertura de curso tranquila y luego
tirarse del tren en marcha, actuó con valentía desmontando los planes de
la Casa Real y el ministerio, o más bien se dejó llevar, tragó con la
situación y fueron justamente esa Casa Real y ese ministerio los que se
echaron atrás al no estar asegurada la tranquilidad prevista. Corren
versiones para todos los gustos. Todo estaría más claro si a) la
Universidad de Zaragoza se hubiese negado desde el principio a prestar
su Paraninfo para escenificaciones inaceptables en estos tiempos de
recorte y cabronada, o b) el acto se hubiera celebrado según lo
previsto... y ahora podríamos opinar sobre lo real y no sobre lo
imaginario. En ambos casos el rector tenía opciones dignas. A la postre,
el 12 de octubre de 1936 se celebró en Salamanca una apertura de curso
mucho más jodida. Y allí, un rector tan conservador como Unamuno,
se jugó literalmente el tipo diciendo lo que tenía que decir. Lo pagó
luego. Pero nadie ha tenido jamás duda alguna sobre ese incidente. Que
sí existió.
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