Todo parece irreal en la Ínsula Barataria. El mismo Pignatelli, epicentro del poder institucional, abunda en invenciones y mitos, en rumores y sustos, en filtraciones e intoxicaciones. Llega un momento en el que ya no sabes si lo que se cuenta por ahí es imaginación o una verdad como un templo.
Pese a todo, quien suscribe no puede sino considerar pura leyenda los extravagantes relatos sobre las contrataciones efectuadas por Sodemasa (entidad integrada en la estructura de la Consejería de Medio Ambiente). Me aferro a tal idea mientras me susurran las respectivas historias de Marcelo y Aida. Cuentan que el primero vino a la Tierra Noble tras conocer (al parecer por internet) a una señora que es cuadro del PAR y directora general en el propio Gobierno aragonés. Fue llegar y pillar cacho en Sodemasa, aunque nadie podía precisar qué excepcionales facultades habían motivado su transatlántica contratación. El otro sucedido todavía resulta más alucinante. Aída sería una exactriz de revista colocada en la sociedad pública por mor de su amistad con un alto cargo de la consejería antes citada. En ambos casos los relatos abundan en delirantes detalles, que les ahorro (de momento). La cosa es tan tremenda que prefiero afrontarla desde la incredulidad. No puede ser.
Porque si diese por ciertos los dos casos citados también habría de admitir el del jardinero reconvertido en experto asesor de Boné, la tremebunda saga de la Fundación Desarrollo Social, el affaire del abogado que cobra en Sodemasa... y trabaja en la sede del PAR, los interminables listados de los familiares de dirigentes regionalistas (y también del PSOE) que se llevan su parte, la enooorme casualidad por la cual muchos coordinadores forestales o de las reservas de caza son notorios afiliados a los partidos que gobiernan Aragón.
Todo han de ser leyendas, maledicencias, rumores infundados. Cabe que haya algunos alcaldes y gentes de los aparatos partidarios colocados aquí o allá para que se ganen un sueldo mientras ejercen en lo suyo, pero ese desgüeve que describe Radio Macuto (y claman en el desierto los portavoces de CHA) es sin duda una mitificación, un frenesí. ¡A quién se le ocurre!
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/viernes 10.07.2009
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