Tan entretenidos estamos contemplando cómo PP, PSOE y C’s boicotean
cualquier iniciativa de Zaragoza en Común (a mayor gloria del primero de
dichos partidos, que espera conquistar la Alcaldía por la mera ley de
la gravedad), que otros acontecimientos y noticias pasan casi
desapercibidos. Aunque son temas no ya graves, sino gravísimos. Y
costosísimos.
Así, la pésima gestión del medio ambiente llevada a cabo durante
decenios, la incuria de las administraciones (y la corrupción) nos van a
costar en los próximos años cientos de millones de euros que no
tenemos.
Por ejemplo: el control y la eliminación del lindano que vertió
Inquinosa ante la indiferencia de las autoridades competentes, y los
fallos garrafales de la sobrecostosa y sospechosa depuradora de Zaragoza
(en La Cartuja) nos sitúan hoy ante un panorama catastrófico. Del cual,
por cierto, no hay responsables o si los hay son ya lejano recuerdo.
Jamás nadie llegó a responder ante los tribunales por aquellos
desafueros. Ahora nos los comeremos con patatas y los pagaremos (todavía
más) con nuestros impuestos.
El sellado de los vertederos donde Inquinosa arrojó toneladas de
veneno durante años, la extracción de materiales contaminados y la
contención de las infiltraciones en el rió Gállego han costado ya
decenas de millones. Pero el actual Gobierno de Aragón, a la vista de
los informes técnicos y de una realidad imposible de disimular, calcula
que todavía quedan años de trabajo y una inversión total que puede
rondar los 500 millones (si, quinientos).
Lo que se refiere a la depuradora de La Cartuja, la instalación que
trata la mayor parte de las aguas que Zaragoza vierte en el Ebro, viene
de lejos. Recuerden cómo se adjudicaron las obras a una empresa francesa
(General des’Eaux) a través de un intermediario llamado Didac Fábregas,
amigo (se supone) del entonces alcalde, Antonio González Triviño. Todos
los escándalos posibles salpicaron aquel proyecto: sobrecostes,
facturas falsas, dinero negro... Al final, la broma le ha costado a la
capital 250 millones de euros, el doble del valor real de las
instalaciones... que, además, ahora no funcionan bien. El Ayuntamiento
tendrá que resolver el muy serio problema, justo cuando el Gobierno de
Aragón quiere cargarle 14 millones extras al año como canon autonómico,
aunque la ciudad ya se paga (¡y a qué precio!) su propia depuración.
Pero, claro, en el Pignatelli necesitan tapar el agujero que a su vez
les ha dejado la construcción y gestión privada de la carísima red de
saneamiento de aguas en parte del territorio, puesta en marcha siendo
consejero del ramo Alfredo Boné.
Dinero, dinero, dinero. Aquí se ha preferido considerar la ecología
una cosa de chalados, y al medio ambiente un recurso sin valor ni coste.
Vamos... lo que es habitual en sociedades ignorantes y atrasadas. En
nombre de la creación de riqueza, de los puestos de trabajo o de
cualesquiera otras excusas supuestamente economicistas, se han permitido
auténticas barbaridades, cuyos efectos gravitarán sobre nosotros
durante mucho tiempo. Y los tontos, tan contentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario