lunes, 11 de febrero de 2013

A ver si razonamos un poquito, ¿eh? 20130211

Una de las cosas que más me sorprendió cuando estábamos en plena polémica sobre Gran Scala (tranquilos, que no vuelvo a la carga con eso) fue la desentendida reacción de los mandamases y de muchísimos ciudadanos al saber que los promotores de la neociudad del juego y el ocio tenían sus bases operativas en paraísos fiscales. Una revelación que mis colegas y yo creíamos crucial fue asumida con un vago "Sí... ¿y qué?". Después, claro, se nos motejó de cenizos, destructivos y estúpidos por no entender que en este mundo postmoderno el dinero va y viene por cualquier vericueto y no importa su origen cuando es posible que vaya a derramarse cerca de tí. Más cinismo, imposible. De todas formas, en el caso de Gran Scala ni siquiera había pasta de verdad, así que además de cínicos quedamos como unos perfectos memos. Por no razonar.

Antes de que la crisis desvelase sus verdaderas claves (empobrecimiento de la sociedad y debilitamiento del Estado) eran muchos los que daban por sentado que las cosas son como son, y, oye, más vale beneficiarse de ello que intentar cambiarlo. A estas alturas, esos muchos tendrían que haberse dado cuenta de que los paraísos fiscales, las cuentas nominales o cifradas, las amnistías a los defraudadores, los negocios off shore y todo el mamoneo global solo benefician a una minoría de astutos sinvergüenzas; para los demás son pura ruina. Indignarse porque un político, un banquero o un experto en pelotazos tienen su pasta en Suiza o en Panamá es ridículo si previamente se da por buena la naturaleza actual de los fenómenos financieros. La tolerancia social ante el traslado al sistema de prácticas propias del crimen organizado ha sido y está siendo letal para la gente del común.

Ver al presidente de Madrid presentar por enésima vez Eurovegas (ahora, en Alcorcón) produce una particular repugnancia. Pero, claro, desde que estalló la burbuja inmobiliaria esto no se mueve, no hay nada que pillar, no se hacen negocios, los paraísos están perdiendo la lozanía... Veamos qué dan de sí los hoteles casino. Además, el personal se ilusiona mucho con estas movidas. Y razonar es agotador. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario