viernes, 1 de febrero de 2013

Bajo un gobierno de zombis 20130201

Este es un gobierno de zombis erigido sobre un parlamento cuyas mayorías hace tiempo que se homologaron recíprocamente a dentelladas como perfectos, y peligrosísimos, muertos vivientes. Ante tan tenebrosa realidad, politólogos, filósofos y analistas chocan con la contradicción que les plantea defender la democracia y sus instituciones al tiempo que asumen y denuncian la corrupción generalizada entre quienes las gestionan. Compleja situación. No son los quincemayistas, ni siquiera los más ácratas, quienes han barrenado el sistema; tampoco los fascistas disfrazados o manifiestos. La voladura de las instituciones es mérito exclusivo de aquellos que las ocupaban... y las ocupan.

Gürtel es un virus que amenaza con tumbar al PP. Bárcenas es un kamikaze que recorre la escena política filtrando lo que luego niega, sugiriendo lo que desmiente, sembrando el caos y exigiendo a gritos una garantía de impunidad. El Gobierno de España huele a difunto y a vudú político. Mientras lanza dentelladas a diestro y siniestro, sostiene su enloquecido deambular proclamando que la crisis ya cede (lo argumentó ayer Cospedal con esa cara suya de cemento armado) y advirtiendo que los socialistas también son (que lo son) cadáveres ambulantes. Menudo aquelarre.

A estas alturas todo cuadra, ¿no? El linchamiento moral y profesional de Garzón, las cuantiosas donaciones de empresas y adinerados particulares que recibía el PP, la formidable trama que se escondía bajo la red Gürtel... Incluso el caso Naseiro vuelve del pasado para recordarnos que ya se usó entonces un obvio tecnicismo jurídico para correr un tupido velo sobre la forma en que se financia la gran derecha española. Llueve hoy sobre mojado, y la ciudadanía está tan repleta de sospechas, de intuiciones y de palmarias evidencias que no parece dispuesta a creer en la inocencia de nadie.

Todo muy feo, mucho. Y ahora... ¿Cómo puede la ciudadanía ir al rescate de las instituciones democráticas? ¿Qué salida tiene la gente ante este delirio? Pues ponerse en pie, dejar de llorar y renegar, recuperar la política... y echar a los malditos zombis. 



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