Sesenta viviendas han tenido que ser desalojadas al producirse más
deslizamientos en la ladera donde se pretende asentar el estribo derecho
de la nueva presa de Yesa. La inestabilidad ya se produjo anteriormente
en el lado izquierdo, y las inversiones para asentar el terreno han ido
aumentando y aumentando, primero en decenas de millones y ahora,
probablemente, en cientos de millones. El recrecimiento del embalse se
convierte así en un proyecto peligroso e insostenible. Eso sí, los
medios oficiales y oficiosos apenas han dado espacio a esta noticia,
entretenidos con acontecimientos tan inauditos como el hecho de que haya
nieve en el Pirineo y agua en el Ebro.
La inestabilidad de las
laderas afectadas por el recrecimiento de Yesa fue advertida desde el
primer momento por las organizaciones ecologistas. El aviso no se tuvo
en cuenta; los primeros deslizamientos, tampoco; estos de ahora,
gravísimos por su envergadura y sus consecuencias, menos aún. Desalojar
viviendas, remover cientos de miles de metros cúbicos de tierra, meter
hormigón por un tubo, modificar y ampliar créditos para pagar semejante
desatino no han sido ni serán obstáculo para la Administración. La
ampliación de Yesa se ha convertido en uno de esos asuntos cruciales
incrustados en los discursos institucionales y atornillados al
imaginario colectivo. Esta obra supone en realidad un gasto
tremebundo... para obtener unos beneficios tan escasos como improbables.
Pero fue siempre la estrella del Pacto del Agua, cuya evocación ha venido siendo el no va más del aragonesismo de cartón piedra.
De esta forma, nos emociona la inundación de unos cientos de hectáreas
de cereal y forrajeras en la ribera del Ebro o nos preocupa que la
crecida se lleve parte de unas viviendas metidas literalmente en el
cauce del Aragón. Pero sesenta desalojos pasan desapercibidos. Por la
misma regla de tres, nos encanta que el recrecimiento de Yesa engulla
millones a mogollón, pero nos quedamos tan tranquilos al saber que, por
vez primera, no habrá un céntimo para obras en nuestra (¿nuestra?)
Universidad pública. Apabullante.
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