viernes, 8 de febrero de 2013

Y por aquí... la chapuza de siempre 20130208

Ayer, el PP y el PAR se negaron a constituir una comisión parlamentaria destinada a investigar qué pasó en la CAI y quién ha dejado en los huesos a tan bendita entidad. No me sorprende. Ambos partidos han tenido mucho que ver con la debacle (sobre todo el PAR, cuyos apadrinados iban y venían por Independencia, 10 como Pedro por su casa), y además la derecha no quiere entrar en averiguaciones sobre lo que pasó o dejó de pasar en el ámbito financiero. El PSOE, aunque sí votó a favor de la comisión, tampoco parecía muy convencido. De todas formas la mayoría conservadora se impuso. Para eso sirven los rodillos.

¿Qué ocurrió en la CAI? No sé si vamos a saberlo (o a publicarlo) alguna vez. Este asunto, como los demás, discurre por una especie de cinta sin fin donde se encadenan los escándalos a tal velocidad que, apenas capta uno nuestra atención, ya está siendo sustituido por otro. La devaluación de la sanidad y la enseñanza públicas, por ejemplo, es en sí misma un carrusel donde trotan los recortes atropellándose en el afán por acabar cuanto antes con ambos servicios. De vértigo.

Casi sin darnos cuenta, cuando estábamos más pendientes de Bárcenas y sus cositas, aquí quedó zanjada la supervivencia de Sarga (o sea, de Sodemasa), que incluye la continuidad del equipo directivo, el mantenimiento en su puesto de los paniaguados del PAR y la garantía de que esa mal llamada sociedad pública seguirá siendo un ente opaco y sospechoso.

Mientras leíamos renglones de la presunta contabilidad B (¿o C?, ¿o D?) del PP, el Gobierno de Aragón se disponía a pagar por unos avales que dio en mal día al Real Zaragoza. Agapito, además de dejarnos ese marrón a los contribuyentes, también ha reclamado más pasta a nuestra Aragón TV. Bueno... ¿no pensarían ustedes que íbamos a tener gratis esos emocionantes coqueteos con el descenso de cada temporada? Y en Arcosur, ya saben: el Ayuntamiento de Zaragoza abonará (por cuenta nuestra) lo que ya no pagan los promotores que iniciaron tan demencial operación urbanística. Son más de seis kilates, creo. Qué caras nos salen las chapuzas, ¿eh? 

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