Empobrecimiento general, conversión de los servicios públicos en
negocio privado, corrupción institucionalizada... Lo dicta el
conservador pensamiento único. Ante su empuje se desploman las ilusiones
colectivas. Solo cabe imaginar, como salida, una reinstalación en regla
del sistema. Salvar y revitalizar el Estado del Bienestar, recuperar un
sistema fiscal progresivo y eficiente, reducir las desigualdades y
profundizar en la democracia social aparece a ojos de muchos españoles
como una necesidad imperiosa, vital. Y para eso hay que echar mano de
las ideologías progresistas. O sea, progresistas de verdad.
La
situación ha alcanzado peligrosos límites. La solución debe tener
asimismo características excepcionales. Hace falta ya una organización
integrada, un modelo participativo y abierto, un nuevo programa, una
nueva y única marca electoral... ¿De izquierdas? De izquierdas, claro.
En toda su variedad: desde auténticos socialdemócratas hasta radicales
no violentos, pasando por toda la amplia gama de progresistas sin
adscripción partidaria. Gente del PSOE (si la hay y está dispuesta), de
IU, de Chunta, de Equo, pero sobre todo de los movimientos sociales hoy
activos y de lo que se denomina izquierda social.
Florecen
por España (los hay en Zaragoza, en Huesca y en Teruel) grupos que
intentan fomentar esa reunión de las izquierdas ante las próximas
elecciones. Quieren poner en marcha plataformas donde independientes
pero también gente de los partidos (por lo menos la gente que aspira a
romper la dinámica actual) debata opciones programáticas, recoga las
aspiraciones de la sociedad movilizada, impulse paneles de expertos y
cree condiciones para la formación de candidaturas (a la americana) que
finalmente serían seleccionadas mediante primarias abiertas (a la
francesa). Así, dicho a grandes rasgos, podría lanzarse una alternativa
unitaria capaz de dar salida política a la resistencia ciudadana contra
la ofensiva conservadora. Aunque, claro, ¿querrían participar en esto
PSOE, IU, CHA y los otros partidos? Si supiesen lo que conviene a la
ciudadanía y les conviene a ellos, sí. Pero...
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