sábado, 19 de septiembre de 2015

A ver de dónde sale la pasta 20150919

Sería de cínicos no asumir que las cuentas del Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, estaban ya peladísimas. Ésa es una circunstancia indudable, evidente y, aunque sabida y anunciada, insoslayable a la hora de analizar hoy las tribulaciones de quienes se han puesto al frente de ambas instituciones. Pero resultaría igualmente perverso olvidarnos de que la ciudadanía, la gente, votó a esos nuevos gestores políticos para que administren la pasta común de otra manera. Si no pueden o no saben o no quieren hacerlo tendrán que dar muchas explicaciones. La clave del asunto es simple: quienes se han puesto al frente de ambas instituciones habrán de ser muy selectivos y eficientes en el gasto para mantener y recuperar los servicios públicos, y tendrán que buscar fuentes de ingresos socialmente más justas y equilibradas, porque seguir exprimiendo a los asalariados de nivel medio no es sostenible ni soportable. Si no, tanto PSOE como Podemos o la plataforma Zaragoza en Común estarán perjudicando a quienes les votaron. Una locura.

Es cosa sabida que en este país los verdaderos ricos no ponen un céntimo, porque sus ingresos y patrimonios suelen ser inaprensibles; sin embargo quienes viven de un sueldo acaban acribillados porque su economía es transparente. La declaración anual de IRPF es el único baremo para clasificar a los contribuyentes (a la hora de obtener una ayuda familiar, una beca o exención). Pero tal declaración sólo es verosímil cuando se basa, como digo, en una nómina. Para colmo, la financiación de autonomías y municipios está muy mal planteada. Hacienda (el Ministerio) se reserva la última palabra, y establece condiciones que atan a las demás administraciones.

Pero a todo esto hay que darle la vuelta. ¿Cómo? Con decisión política... y con conocimiento. La pasta debe salir de donde sale en el mundo civilizado: de quienes más tienen. Aquí son éstos los que no sólo pasan de largo a la hora de pagar, sino que suelen ser los primeros a la hora de pillar del erario. Si los nuevos gobiernos quieren cumplir con lo que se espera de ellos, deberán ponerse serios.

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