jueves, 3 de septiembre de 2015

Rajoy y Mas van a lo mismo: lo suyo 20150903

Si las apariencias no engañan (que no suelen engañar), Rajoy y Mas están listos para interactuar y apoyarse mutuamente en sus respectivas jugadas electorales. El uno (Mariano) ha empezado el curso político metiendo en campaña al politizado y manipulable Tribunal Constitucional, lo cual le ha parecido maravilloso al otro (Artur) quien en la noche del martes resplandecía mientras se atrevía, con toda su jeta, a pontificar sobre el Estado de Derecho. Dicen que ambos presidentes se repelen mutuamente, pero la política ha acabado hermanándoles y ahora transitan por la vida en trayectorias paralelas, conscientes de que tienen un interés común. Normal: los dos están en horas bajas, dirigen partidos corroídos por la corrupción, son aficionados a los trucos y las mentiras, manejan el poder sin escrúpulos ni concesiones éticas o estéticas... y van a lo suyo; España y Cataluña, en realidad, les importan un huevo.

Lo de la reforma exprés del Constitucional es una maniobra electoral pregonada. Tanto que llevaron a presentarla en el Congreso al candidato del PP en Cataluña, que ni es diputado. "Se acabó la broma", dijo el tío. A la mierda los disimulos. Rajoy aspira a que el tal Albiol, al fracasar definitivamente en las urnas catalanas, le consiga votos en el resto de España. Por lo mismo, se fue a Berlín a rendir vasallaje a la emperatriz del Neoimperio Germánico y recibir su espaldarazo. A Mas, por supuesto, la cosa le ha venido de perlas. Su tramposa vía hacia la independencia, carente de garantías democráticas, solo puede justificarse mediante el victimismo y la escenificación de un choque de trenes que tape la mierda del 3%. Así, los Romeva y demás trampantojos progresistas que le acompañan en la candidatura soberanista pueden justificar el desdichado papel que juegan en la farsa.

Tal para cual. Y mientras la UE (controlada por los conservadores y sometida al rigor del ultraliberalismo económico) vive momentos especialmente trágicos, aquí nos entretienen con ese mísero teatrillo nacionalista. Los españoles y los catalanes con vocación europea y universal estamos hartos, inquietos... y cabreados.

JLT  03/09/2015

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