martes, 1 de septiembre de 2015

Vocación cívica, disciplina ciudadana 20150901

La resistencia que deben enfrentar en nuestro país ciertas normas (y hábitos) serían impensables en lugares de Europa donde la disciplina y la responsabilidad de la ciudadanía se dan por añadidura. Allí, la prohibición de fumar en locales públicos apenas provocó polémica, las bicicletas circulan en masa sin que ni peatones ni ciclistas se enzarcen en discusiones, el uso de la vía pública para espectáculos, mercados, conciertos o fiestas-botellón no deja ni el más mínimo residuo, la circulación del automóvil por el centro de las ciudades ha sido drásticamente restringida, los tranvías son una referencia... Y cuando los circos actúan, no hay un solo animal en la pista.

No todo es jauja medioambiental, claro. Eso lo doy por sentado, y espero que así nadie me restriegue ahora las ocas francesas y su foie a punto de paté, ni las corridas de toros en el sur del país vecino, ni la caza de cetáceos por algunos nórdicos. Aunque de todas las habas que cuecen nuestros socios, casi la que más me tiene mosqueado es la entrada de los grandes cruceros a Venecia, bestial desatino apoyado y celebrado por el actual alcalde de la maravillosa ciudad, un conservador del tres (¡vaya por Dios!).

Pero a mí se me cae la baba cuando veo a los austriacos, suizos y otros centroeuropeos reciclar la basura a domicilio dividéndola cada vez más en diversas bolsas e incluso limpiándola antes de llevarla al contenedor correspondiente. Así, la gestión de los residuos se aproxima a la perfección. Es más eficiente y mucho más barata. Pero aquí, claro, ese tipo de ahorro no acaba de convencernos. Preferimos echar la culpa de todos los despilfarros a los cargos electos y los empleados públicos. Por eso clamamos contra el ayuntamiento y FCC porque Zaragoza está sucia, lo cual tendría lógica si luego no fuésemos tan guarros (además de ruidosos y gamberros) y no nos empeñásemos en tirar a la calle papeles, envoltorios, colillas, escupitajos, chicles masticados, porquería y trastos inútiles, por no hablar de las cacas y los pises de los innumerables perros que nos acompañan.

Vamos... que de civismo y disciplina vamos muy requetejustitos

JLT  01/09/2015

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