Cuando bajo al quiosco suelo pegarles un vistazo a las portadas de
las revistas, para hacerme idea de cómo va el cuché. Ayer, el inocente Hola
estuvo a punto de infartarme con la increíble presentación de su
exclusivo reportaje sobre los duques de Alba en el primer aniversario de
su feliz matrimonio. Miré a la parejita, me pellizqué para constatar
que la glamurosa y pizpireta pose de doña Cayetana no era una
alucinación. y luego salí a la calle maravillado de vivir en un país tan
barroco, tan postmoderno, tan kitsch, tan loco y tan majadero. En todas
partes cuecen habas, me dijo el chino del bar cuando le explique la
causa de mis tribulaciones. Y se puso a contarme los escándalos que
provocan en Pekín o Shangai los hijos de los multimillonarios y altos
cargos del Partido Comunista (los principitos) a bordo de sus ferraris. Pero a mí no me sirvió de consuelo.
En todo caso los delirios de los Grandes de España y sus morganáticas
parejas son un tema leve, cosa de pasar el rato. Ver y oír las
declaraciones del ex-alcalde de Marbella, Julián Muñoz, (emparedado en el banquillo entre sus dos exmujeres) constituye una experiencia mucho más dura. ¿Y eso ha gobernado una población importante por elección popular? Contemplas al tipo dando detalles de cómo le iba gratificando Gil y Gil y ya no esperas nada del género humano.
Ahora bien, el tal Muñoz no deja de ser un equipo menor en la Gran Liga
de la Corrupción Española. Él apenas fue un filial del monstruoso Tío
Gilito (a quien Dios tenga en su gloria rodeado por los angelitos de San
Rafael). Sin embargo, en la cima de la clasificación, PP y PSOE se
disputan la Champions del mamoneo. Y lo llevan reñidísimo, oigan. De
repente parece que los sociatas toman ventaja con sus delanteros
andaluces y sus medios punta gallegos... cuando los peperos recuperan el
liderazgo con esa armada levantina suya que es la quintaesencia del
merdé. Orense, Alicante, el Parlamento valenciano, el andaluz, Pokemon,
Gürtel... Qué emoción, qué desvergüenza, qué barbaridad.
Así triunfa en el mundo la marca España. Por eso nos tienen envidia.
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