viernes, 12 de octubre de 2012

Aquellos 'pilares' y lo que vino después 20121012

El otro día, Javier Delgado recordaba en la edición digital de este diario los años 78-79, cuando las fiestas del Pilar cambiaron para salir de los rancios ámbitos donde las habían mantenido los ayuntamientos franquistas y ganar la calle. Lo cierto es que la primera verbena en Independencia, organizada en plan torero por la concejala del Partido del Trabajo, Isabel Pérez Grasa, atrajo las airadas críticas de la gente de orden. ¿Cómo se puede aguantar esto?, clamaba la derecha cesaraugustana. Y ponía el grito en el cielo ante el ruido, la muchedumbre, la interrupción del tráfico, los vendedores de globos, los primeros grupos musicales andinos que se ponían a darle a la zampoña en los Porches... Aquello, se dijo, no era viable, no perduraría y la gente acabaría rechazándolo. ¡Es imposible aplicar en una ciudad de casi seiscientos mil habitantes (los de entonces) un modelo festivo de pueblo!

Treinta y tantos años después, no sólo hay pop-rock en Independencia sino también en la mismísima plaza del Pilar. Nadie se queja ni se escandaliza. Zaragoza fue gobernada por la derecha y el esquema de los programas festivos se mantuvo íntegro. La capital aragonesa es una ciudad relativamente conservadora a la que le cuesta aceptar las novedades pero que acaba asumiéndolas con naturalidad e incluso con entusiasmo cuando se instalan en la lógica cotidiana. Pasó con los pilares, pasó con la peatonalización... y pasará con el tranvía.

Los festejos proponen una redefinición de los espacios urbanos que quizás deba tener un carácter excepcional pero que abre la puerta a la innovación. El uso de Independencia como gran plaza ciudadana, por ejemplo, es adecuado y factible. En versión bulevar o en ésta de ahora (que fue un apaño encaminado a no herir susceptibilidades), el Paseo siempre ha sido un lugar de encuentro consagrado, el corazón de la urbe. Hacer más frecuente su peatonalización, si es posible, no parece tan absurdo (desde luego mucho menos que otras ocurrencias mucho más extravagantes).

En cuanto al tranvía, ya ven: el que lo usa repite encantado. Natural. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario