lunes, 15 de octubre de 2012

Lo que es... y lo que no es (con perdón) 20121015

En un artículo que ha ido y venido por las redes sociales, el diputado socialista José Andrés Torres Mora se apoya en su amigo, el filósofo Daniel Innerarity para poner sobre la mesa la relación entre conocimiento y democracia y alertar sobre los fallos cognitivos que impiden ver la complejidad de los fenómenos que nos afectan. Torres Mora reproduce una conversación de taxi en la que apabulló al conductor del vehículo demostrándole, dato a dato, que el presupuesto del Congreso de los Diputados español (87 millones anuales) está muy por debajo (en términos absolutos y relativos) del de los parlamentos francés o alemán (534 y 687 millones, respectivamente) y, ¡oh maravilla!, del que dedican a cada ejercicio el Real Madrid y el CF Barcelona (más de novecientos cuarenta millones entre ambos). La conclusión es obvia: hablamos a menudo sin manejar datos ciertos y precisos. Así, grandes defensores de los estados centralizados, que ponen a Francia como modelo de eficiencia administrativa, no saben u olvidan que el país vecino tiene una plantilla de funcionarios muy superior a la de la atribulada España (aquí estamos, más o menos. a la par con Alemania).

Es cierto que sin conocimiento (por parte de los administradores y de los administrados) no hay democracia. Es imposible afrontar la actual crisis creyendo que ésta es consecuencia exclusiva del despilfarro público (que haberlo lo ha habido, desde luego) y no del estallido de la burbuja inmobiliaria, el fracaso de bancos y cajas y el brutal y anormal incremento del precio del dinero. España no tiene hoy (todavía) una deuda pública intratable pero ésta no deja de crecer por el trasvase al Estado de la deuda privada (bancaria), por un crecimiento de los intereses devengados muy superior al del PIB y por el descenso de ingresos motivado por la recesión.

¿Es todo esto complicado? Sin duda. Pero, como se suele decir ahora, es lo que hay. Mientras, tenemos un Gobierno incapaz, desorientado, incómodo (por todo ello) con la democracia... y mucho peor que el anterior (que a su vez fue desastroso). Efectivamente: qué mala es la ignorancia. 

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