miércoles, 24 de octubre de 2012

Ya que estamos, hablemos de pantanos 20121024

Vaya, por fin llovió (a lo bestia en ciertos lugares) y además de volver a correr los ríos por donde solían, recuperaron agua los pantanos, hubo inundaciones (algunas por el carácter excepcional de las precipitaciones, otras por haber viviendas o equipamientos donde no debía haberlos)... y los partidarios de los embalses, encabezados por el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, aprovecharon el temporal para arrimar el ascua a su sardina y vender Biscarrués y el recrecimiento de Yesa. El momento no podía ser más adecuado porque ambos proyectos van a llevarse un buen cacho de las inversiones del Estado en la Comunidad, incrementadas finalmente tras el correspondiente y previsible paripé de la Comisión Bilateral. Nos han vendido de coña marinera las citadas inversiones, y ahora nos venden la mejor manera de convertirlas en inservible hormigón.

Porque estas lluvias torrenciales han demostrado que la cuenca del Ebro ya está todo lo bien regulada que puede estar, y seguir adelante con más obras y más pantanos no sirve de nada. Yesa, tal cual está, ha encajado la crecida del Aragón. Y podría encajar ahora mismo otra del mismo volumen. El embalse estaba al 15,05% de su capacidad antes del temporal. Ahora ha llegado al 55,39%, un poquito más de la mitad. ¿Por qué es preciso recrecerlo con una nueva presa? La propia CHE afirma que la riada de la semana pasada tiene un periodo de retorno de 500 años. ¿Entonces?

En las cabeceras de otros ríos tenemos La Sotonera al 43,8% de su capacidad; Mediano, al 53,3%. En toda la cuenca las reservas actuales aún no alcanzan el cuarenta por ciento. Nadie podrá negar que ciertas obras de regulación han tenido un efecto muy beneficioso al frenar las avenidas. Vale, ya está. Sin embargo Biscarrués sigue sin ser necesario, como no lo eran ni lo son El Val o Lechago, ya acabados hace tiempo y sin uso alguno. ¿Laminar las crecidas del Gállego? Ésta última fue morrocotuda y el río, muy intervenido ya, se limitó a ocupar su cauce natural. Es cierto que allí había alguna urbanización. Pero eso es harina de otro costal. 

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