lunes, 10 de junio de 2013

Cuando nos creíamos Aragón 20130610

La semana pasada Eloy Fernández Clemente presentó el segundo volumen de sus extensas memorias: Los años de Andalán, 1972-87. Justo al mismo tiempo se celebraba la vigésima edición de los Aragoneses del Año, en la que se proclamó a José Antonio Labordeta como el personaje más relevante de estas dos décadas. Aunque estuve en el segundo acto y por tanto me perdí el primero (disculpa, Eloy, pero el deber es el deber), vuelvo sobre ellos porque ambos cierran un circuito importante y transcendente de nuestra más reciente historia. El Andalán y Labordeta simbolizan un instante crucial, una época de proyectos colectivos y de liderazgos consistentes durante la cual muchos llegamos a creernos Aragón. Fue el momento casi mágico en que vislumbramos un horizonte de innovación, de cultura, de solidaridad, de democracia y de libertad.

Yo no estuve en Andalán, sino en la acera de enfrente. Pero aquel semanario también influyó en mi vida (particularmente en mi vida profesional) porque introdujo nuevas y transformadoras visiones del papel que ha de jugar el periodismo, empujando a los medios más tradicionales a revisar su propio estilo y naturaleza. Fue allí y entonces cuando surgieron visiones hasta entonces inéditas de Aragón. Tal vez fuesen, algunas de ellas, demasiado ingenuas, desenfocadas o absurdas, pero rompían con la inercia de una comunidad aherrojada por el caciquismo, por el atraso y sobre todo por una percepción de sí misma ciertamente desgraciada. Fue el imperioso deseo de progresar y dejar atrás los viejos tiempos lo que produjo la mayoría de las ideas-fuerza que definirían el horizonte de la autonomía y motivarían sus mejores logros.

Por supuesto, después vino lo que vino: avances, éxitos, fracasos, desencanto y una paulatina devaluación de las ideas y de los liderazgos. Labordeta permaneció, sin embargo, como icono y resumen de todo lo mejor que hubo en los años de Andalán (y de tantas otras cosas). Ésa es la clave de su consagración como personaje clave, a un nivel que en todo el siglo XX sólo es comparable con el de Joaquín Costa. Bien... ¿Y a partir de ahora? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario