Dos meses tardó la consejera de Educación y Cultura, Dolores Serrat,
en resolver el problema de escolarización en Rosales del Canal por el
procedimiento de ampliar la capacidad del colegio del barrio. Era lo que
le pedían los padres afectados y lo que parecía indicar el mero sentido
común. Pero el sí de la señora se ha hecho esperar. Mientras, decenas
de familias han estado inquietas, con el alma en vilo, indignadas.
Naturalmente, el Gobierno de Aragón y el Partido Popular necesitaban
tiempo para comprender lo obvio: que en el atormentado sur de Zaragoza
pueden tener un importante vivero electoral y desperdiciarlo sería pura
estupidez. Lástima que doña Dolores y sus conmilitones no sean capaces
de repentizar tan simples conclusiones.
Los conflictos surgen y
se eternizan mientras aquellos que mecen la cuna (o eso se supone) dejan
pasar el tiempo, distraídos o entretenidos quizás en otras cosas. Los
servicios públicos han sido y son escenario de tensiones que casi
siempre tienen su origen en los programas privatizadores de la derecha
gobernante pero a menudo se prolongan más allá de lo razonable, no se
sabe si por dejadez, por el deseo de aprovechar cada ocasión para
meterle dinamita al sistema o por simple incapacidad gestora.
Seguramente por una combinación de todo ello...
Las limpiadoras de
los centros sanitarios van camino de completar un mes de huelga. Aunque
les han impuesto unos servicios mínimos amplísimos (que cumplen a
rajatabla), su inactividad voluntaria se deja notar en hospitales y
consultorios. ¿Cómo es posible que los responsables del Salud sigan
estos acontecimientos desde la lejanía, pasando de todo? ¿Hasta cuándo
pretenden dejar que se prolongue el pulso entre empresas y trabajadores
en un sector donde sueldos y condiciones laborales ya están en mínimos?
Este juego quizás resulte emocionante, pero maldita la gracia que
tiene. Se supone que los jefes están para que todo funcione lo mejor
posible. Aunque estos de ahora tal vez tienen como propósito todo lo
contrario. En tal caso, están dando en la diana. Sacan a la gente de sus
casillas.
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