Deseo lo mejor a los vecinos de Benasque y a todos los hosteleros de
la zona. Pero lamento que los días de zozobra que han pasado como
consecuencia de la crecida del Ésera no hayan producido las reflexiones
pertinentes y sí la habitual obsesión por recuperar la atención de los
turistas, reconstruir in situ los diques e infraestructuras
afectadas y meter al río en cintura como sea, dragando, cortando árboles
(¡pero si los chopos frenan las avenidas!) e incrementando si cabe la
presión sobre el cauce. Millones de euros en pérdidas (buena parte de
los cuales deberemos reponer entre todos), momentos de zozobra, peligros
ciertos... Nada conmueve la ilógica implacable de un desarrollo
urbanístico mal planteado y peor ejecutado.
Se ha tirado mucho
dinero y se tirará más. La obcecación y la ineficacia suelen salir muy
caras. En el Pirineo aragonés el grueso de la inversión pública (o social,
si tenemos en cuenta la presencia de Ibercaja en Aramón) ha ido a parar
a unas pistas de esquí de rentabilidad imposible. Los intentos de
buscar negocio en acciones inmobiliarias de gran calado han zozobrado en
la tormenta de la crisis. El esfuerzo financiero ha tenido sin duda
algún efecto positivo, pero la relación capital-beneficio ha sido
mediocre tirando a mala. No se ha consolidado un modelo de desarrollo
sostenible ni marca ni imagen de calidad ni una cultura medioambiental
razonable.
Verán: Hace muy pocos días, por Canal Roya el torrente
bajaba hecho una furia. Rabioso, lanzaba espumarajos y mordía las
laderas. A izquierda y derecha, en la dirección de Anayet, la fuerza de
las aguas había arrancado trozos enteros de montaña, con deslizamientos
de enormes dimensiones. También los aludes de nieve habían dejado su
huella. Los efectos de uno de ellos, descomunal, se podían ver todavía
en forma de masas de nieve helada mezcladas con tierra y ramas. Grandes
árboles permanecían tumbados tras ser arrancados de cuajo, y desde sus
cepellones se alzaban las raíces como dedos de un gigante rendido a las
fuerzas de la naturaleza... Bueno, pues justo por ese lugar deberá pasar
el telecabina entre la estación de Formigal y las de Astún y Candanchú.
Es un viejo proyecto de Aramón que la presidenta Rudi asumió hace no muchos meses al hacerse cargo de la estación de Canfranc.
¿Un telecabina por Canal Roya? Visto desde la actual situación de aquel
paraje, la idea no solo aparece como un atentado contra el medio
ambiente y el paisaje, sino como una barbaridad técnica, un imposible,
una inversión demencial e incontrolable... una magnífica y carísima
idiotez. Quimeras como esta nos han trastornado. En ellas hemos tirado
enormes sumas de dinero. ¿Qué más tendrá que pasar para que nos entre un
poco de sentido común?
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