Preguntémonos: ¿Habría suscitado igual oposición la entrega de suelo
municipal a Remar si tal entidad estuviese vinculada a la Iglesia
Católica en vez de a una evangélica? Y siendo honestos hay que responder
con un no. Aunque debemos admitir que los equipamientos destinados a
personas situadas en la frontera de la marginalidad siempre producen un
considerable nivel de hostilidad entre quienes han de vivir cerca de
ellos. Por supuesto tal factor pesa más en el rechazo a Remar que la
naturaleza obviamente retrógrada de la organización religiosa que lo
patrocina, y sin embargo este último detalle ocupa un lugar muy
destacado en el argumentario de los vecinos de Rosales del Canal
contrarios a la instalación. Lo que plantea otro interrogante: ¿Qué
iglesias, congregaciones o sectas no son retrógradas? Muy pocas, y no
precisamente el evangelismo, el cristianismo ortodoxo, el islamismo... o
el catolicismo, confesión que habitualmente ha tenido (y tiene) en
España un carácter oficial y goza de enormes privilegios.
En el tema Remar
hay además otros factores. Los suelos generosamente cedidos por el
consistorio estaban destinados a equipamientos colectivos en una zona
que carece (clamorosamente) de ellos. El sur de Zaragoza es hoy un
desarrollo urbano fallido, mal programado, carente de planificación y
condenado a ser un foco de problemas. En verdad, todos los nuevos
barrios de la Inmortal Ciudad surgieron así, fruto de la especulación y
de la subordinación municipal a los intereses de los traficantes de
suelo. Pero en este caso no cabe esperar que la cosa se arregle con el
paso del tiempo. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria generará un tiempo muerto muy largo. Va ser muy duro para quienes viven allí.
En todo caso, ¿deben tener los patrocinadores de Remar los mismos derechos
que la Conferencia Episcopal? En buena lógica, sí. Lo malo es que los
derechos de la jerarquía católica son excesivos. Algunos deseariamos
restringirlos seriamente, no extenderlos a otras confesiones de similar o
peor talante. Y claro, que sean las instituciones, no las iglesias, las
que asuman la reinserción de los marginados.
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