jueves, 20 de junio de 2013

Ríos evidentemente sucios

Pues mira, resulta que tienen razón quienes se quejan de que los ríos aragoneses están sucios. No hay más que ver los puntos críticos creados por las torrenteras actuales y las del pasado otoño: en su mayoría han coincidido con zonas donde los cauces han sido invadidos por urbanizaciones, estrangulados por diversos tipos de canalizaciones, asfixiados por carreteras, paseos, parques y represas. Conozco lugares del Pirineo (léase Villanúa) donde todo (pero todo-todo) el espacio fluvial existente hace 50 años está ocupado por las segundas residencias de rigor. Habría que limpiar todo eso; pero, claro, a ver quién es ahora capaz de poner orden y limpieza en este caos. Qué país de locos.

Cada vez nieva y llueve menos. Basta echar un vistazo a los datos seriados de los últimos 20 años. Pero eso no significa que un clima cada vez más desquiciado vuelva por sus fueros y dé lugar a una temporada pre y postinvernal como la actual, con importantes precipitaciones cuyo impacto se multiplica por los insólitos golpes de calor (el pasado fin de semana en las cabeceras de algunos valles se registraron temperaturas de más de treinta grados) y el consiguiente deshielo. Entonces vienen las sorpresas. ¿Digo sorpresas? ¿A quién puede resultarle sorprendente que el Aragón se llevase parte de las casas construidas en pleno cauce a la altura de Castiello de Jaca¿ ¿Y qué me dicen del magnífico refugio de pescadores y cazadores de Benasque, que ayer desapareció por completo arrastrado por el Ésera? La especulación del suelo, la desmemoria (algunos, en cuanto pasan dos años de sequía, se olvidan de la lluvia) y la pura estupidez han dado lugar a situaciones demenciales. La naturaleza ha sido objeto de intrusiones temerarias, pero un buen día vuelve con sus títulos de propiedad en la mano a reclamar lo suyo. Y claro...

Debíamos haber aprendido de lo del cámping de Biescas. Pero el shock causado por aquella tragedia apenas duró cinco minutos. Luego, la codicia volvió por sus fueros. El Pirineo, mal planificado y peor gestionado, es un muestrario de disparates urbanísticos e infraestructurales. Peligrosísimo. 

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