Como a la inmensa mayoría de los españoles, el ingreso en prisión de Bárcenas me ha producido un irremediable regocijo. De la misma forma que me indignó la triunfal puesta en libertad de Blesa.
Pero una y otra reacción emocional no dejan de ser sensaciones
subjetivas. En realidad, contento o frustrado, feliz o desdichado,
carezco de una visión objetiva y precisa de lo que está pasando en
España. No sé por qué se entra o se sale de la cárcel. Ni por qué unas señoras de
son carne de imputación y otras no. Ni cuál es la razón por la que la
organización ultraderechista Manos Limpias ha sido aceptada como
acusación particular en múltiples causas (las abiertas contra Garzón)
pero no en la última (la relativa al banquero mentado anteriormente).
Ni cómo se determinan los extraños límites de ciertas investigaciones, a
través de las cuales se detectan fortísimas sumas obviamente obtenidas a
cambio de favores políticos o por ser vos quien sois, sin que la
presunción de culpabilidad alcance luego a quienes aforaron el pastizal.
No sé apenas nada: ¿Qué son exactamente las subastas de la tarifa
eléctrica? ¿Cómo se calcula el euribor? ¿Por qué la comercialización de
hipotecas con suelo, preferentes, bonos derivados en general y
otras estampitas es reprobada por los tribunales pero tal reprobación no
tiene efectos retroactivos ni repara a las víctimas ni lleva a juicio a
quienes idearon y ordenaron la monumental estafa?
La
terminología procesal, como la económica, ha creado una jungla de
conceptos abstractos tan inaprensibles como indefinibles. A ver, por
ejemplo, quién es el guapo que me explica cuándo es lícita una
investigación judicial (solicitud de datos, intervención de teléfonos,
apertura de diligencias) por basarse en indicios razonables y cuándo
degenera en prevaricación del magistrado. Ahí está Bárcenas (y señora),
al que le han retirado los miramientos entiendo yo que para bien de la
justicia. Ahora sólo nos queda averiguar lo principal: cómo se las
compuso el tesorero del PP para pillar semejante fortuna y además pagar
sobresueldos o gastos de representación a todos sus queridos compañeros.
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