viernes, 21 de junio de 2013

Todo se aprovecha... como en la matanza 20130621

Me refiero a la matanza del cerdo, animal cuyo absoluto aprovechamiento se ha hecho legendario. Bueno, pues con los efectos de esta cosa que llamamos crisis sucede lo mismo: interpretados según los cánones del pensamiento único (conservador, por supuesto), dichos efectos pueden servir para potenciar el argumentario de quienes los provocan. Desde tal perspectiva, el desgobierno que padecemos, el empobrecimiento de las clases trabajadoras y todos los daños colaterales no parecen inquietar a los jefes del cotarro sino que todavía les impulsan a seguir adelante hasta la consecución de sus últimos objetivos.

Por ejemplo, las payasadas de Montoro en relación al famoso informe sobre las falsas transacciones inmobiliarias de la ciudadana 00000014Z no solo han echado arena a los engranajes de la instrucción sumarial del caso Urdangarin, también han extendido la desesperación entre millones de contribuyentes decentes (todos los empleados por cuenta ajena y aquellos autónomos cuyos ingresos están a la vista). De esta forma, Hacienda aparece como un ente vampírico, además de arbitrario, dudoso y de impacto muy desigual según deba meterle mano a un mindundi o a un familiar del Rey. Resultado final: aversión a los impuestos, rechazo frontal al hecho de pagar para sostener un Estado capaz de garantizar la igualdad y la libertad.

¿Que los hospitales son escenario de una huelga de limpiadoras (en Aragón, en Murcia y en otros lugares)? No importa. Además de hundir en la miseria a las trabajadoras involucradas, se contribuye a crear la sensación de que la sanidad pública es una mierda. Lo mismo pasa con las listas de espera (completamente descontroladas desde que Rudi y Oliván se ocupan de destrozar el Salud). Todo arde en la pira neocón. Reputados ultraliberales llaman a romper definitivamente los mecanismos de solidaridad colectiva, sustituyéndolos por la utopía de la creatividad individual y la anarquía económica. Así que cualquier cosa mala que les suceda a los sistemas públicos les viene al pelo.

Y Blesa, en la calle. Por supuesto. Nos rodean los agujeros negros. 

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