Evitar unas terceras elecciones se ha convertido en un deseo
destinado a convertirse en realidad a base de ser proclamado, exigido y
descrito como la única salida posible. Sin embargo, hoy empiezan a
desfilar por Zarzuela los representantes de los partidos y nada hace
pensar en que exista no ya un pacto concreto sino la simple posibilidad
de que tal acuerdo sea posible. Los del PP están empezando a replegarse.
Ciudadanos no sabe por dónde salir. El PSOE anda hecho un lío. Los
nacionalistas juegan al mentiroso (modalidad de póker de dados
cuya gracia radica en joder al que le pasas la mano). Y los distintos
Podemos reflexionan a la sombra, porque todos los demás les han dejado
fuera de juego, lo cual no deja de ser una ventaja en estos tiempos que
corren.
Una cosa extravagante y complicada. Hay dos problemas que
se superponen. El más obvio tiene que ver con la forma en que cada cual
maniobra, habida cuenta de que ni el 20-D ni el 26-J hubo auténticos
vencedores. Así, Mariano Rajoy, tan lejos de la mayoría absoluta, no puede gobernar si no logra antes el apoyo de otros 39 diputados. Pedro Sánchez no está en condiciones de dejar paso al PP ni siquiera con una abstención, porque ello le impediría liderar la oposición. Albert Rivera sospecha que él y su partido se están quedando sin sitio ni futuro.
La otra cuestión se refiere al objeto del acuerdo. ¿Qué se pacta?
Porque aquí nadie da respuesta a las grandes incógnitas. Rajoy ha
entregado a los otros líderes un documento orientativo poco
explícito y nada realista. No sirve como programa de gobierno porque en
él (ni en ninguna de las propuestas hechas por PSOE y Ciudadanos juntos o
por separado) se explica cómo se podrán sostener las pensiones, en qué
condiciones se ajustará el maldito déficit o cuándo y cómo se llevará a
cabo una reforma fiscal que ponga orden y progresividad en los
impuestos. Por no hablar de la organización del Estado, la regeneración
de la vida pública, el modelo económico, la alternativa energética, la
lucha contra el cambio climático... De todo esto, oigan, no se escucha
apenas nada serio. ¿Entonces?
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