Ha dicho el alcalde Santisteve que Zaragoza "está un poco
mejor" desde que él manda. Bueno... Probablemente la Ciudad Inmortal no
ha mejorado gran cosa, aunque tampoco ha empeorado (una vez resuelto el
largo e impactante conflicto de los autobuses). Esta bendita urbe sigue
igual o muy parecida por varios motivos que intentaré explicar a
continuación.
Es evidente que ni Pedro Santisteve ni quienes le acompañaban en la
candidatura de ZeC (exitosa candidatura, aunque se quedó muy lejos de la
mayoría absoluta en el concejo) eran conscientes de cómo su margen de
maniobra habría de verse limitado por las circunstancias preexistentes.
Antes y después del 2008, cuando la capital aragonesa pasó sin
transición del fulgor de la Expo al estallido de la burbuja
inmobiliaria, se fueron aprobando las últimas grandes reclasificaciones
de suelo, así como adjudicaciones a largo plazo de los servicios básicos
que determinan la calidad de vida del vecindario. Las transformaciones
colaterales a la Expo y la propia exposición salieron muy caras (los
sobrecostes estuvieron a la orden del día), lo que generó una de las
deudas municipales más abultadas de España. La expansión urbanística por
el sur, a golpe de pelotazo final, provocó problemas cuya solución
todavía colea. En cuanto a la concesión de las grandes contratas, basta
con ver la última sentencia que cuestiona la adjudicación de los buses a
AUZSA para hacerse idea de lo que allí hubo.
En estas condiciones, ZeC no puede hacer gran cosa. Tampoco lo ha
intentado porque carece de un proyecto integral. Su visión de la ciudad
sigue sin agrandarse, sin tomar en cuenta todos los ángulos y enfoques.
Su pretensión transformadora no ha ido más lejos de algunas medidas
menores sin penetrar en la gruesa epidermis de este incontrolable
paquidermo urbano.
Lo peor que les pasa a Santisteve y los suyos no es que Zaragoza vaya
a peor, que no es el caso, sino que están perdiendo la batalla de las
ideas y los argumentos frente a partidos que fueron, precisamente, los
autores o cómplices de todos los desaguisados que mantienen a Zaragoza
donde está. A diario, el actual equipo de gobierno es interpelado
airadamente por la aguerrida oposición (que incluye a los demás grupos)
por cuestiones y problemas cuya autoría corresponde plenamente... ¡a los
interpelantes! Pero ZeC no sabe replicar. No se explica bien ante la
ciudadanía, no busca la proximidad de la gente (solo de su gente,
que es una minoría entre quienes le votaron) y no es capaz de
intimidar, retóricamente, a un PSOE o un PP, padres de este semiengendro
urbano donde la vida, ahora mismo, no es mejor ni peor, sino todo lo
contrario.
Pero estos días, cuando corría el fresco, se estaba como Dios.
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