Pues sí, aunque nunca cojo vacaciones en agosto, esta vez me dio por ahí y rompí la norma (no hay regla sin excepción). Y el caso es que he ido, he venido, he subido, he bajado y he desconectado de tal forma que durante dos semanas no he sabido gran cosa del nuevo organigrama del Gobierno de Aragón ni de los ataques a nuestra deuda ni de los rifirrafes entre PP y PSOE ni de la visita del Papa. Estaba allí, en el País Fenomenal, y las tribulaciones habituales me importaban un carajo. Para eso es el veraneo, ¿no?
Pero retorno al dulce hogar con cara de despistado y me encuentro que todo va según lo previsto, que nada se escapa a las normas implícitas del Sistema (en sus versiones local y global) y que la anormalidad impera en Aragón y en el mundo... como siempre. La presidenta Rudi, por ejemplo, ha ido nombrando cargos con la inestimable ayuda de su amigo Biel hasta configurar un Gobierno donde el PP dará la cara y el PAR manejará el día a día desde las direcciones generales. Lo cual ha de tener un curioso efecto: la derecha asume como propia casi toda la gestión de los últimos doce años, desde el Gran Teatro Fleta a los superproyectos de Aramón. Y como toque friki, ese director general de Cultura tan postmoderno y tan pajarilla party. O sea, guay.
Las personas avisadas somos ajenas a los sobresaltos porque nos vamos haciendo a todo. Contemplamos con amable indiferencia la movilización de recursos públicos que se produce cada vez que el Papa aparece de visita para montar un festival y darse un baño de masas. Se escandalizan los ateos militantes y los cristianos de base (que de verdad creen en Cristo y su doctrina). Pero los paganos nos tomamos el tema a efectos de inventario pues si ya pagamos carreras de bólidos y de motos, festejos populares en los que actúan toros asesinos o líneas aéreas destinadas a justificar inútiles aeropuertos secundarios, ¿por qué no aforar lo que corresponda a mayor gloria de Su Santidad?
De la crisis, ni hablo. Porque entonces sí que me puedo acalorar y con estas temperaturas sería peligroso. Aire acondicionado y cervecita. Aun queda agosto. A partir de mañana les contaré algunos cuentos veraniegos.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/miércoles 17.08.2011
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