No hace falta ser un lince para darse cuenta de que el dinero de los
ricos-ricos no está disponible. Apenas tributa, se mueve mucho, es
manejado desde sociedades anónimas, sicavs y otros arcanos y
además suele acabar en Suiza u otros lugares inaccesibles para las gente
del común y su común Hacienda. Fuera está la pasta de Bárcenas, de Urdangarin, de los Pujol, de los Botín (que regularizaron su descomunal fortuna exterior ofreciendo al fisco ¡200 millones de euros!, y no se hable más, antes incluso de que Montoro amnistiara a los defraudadores)... Bueno, incluso la familia Borbón ventiló la herencia de don Juan en territorio helvético, donde cabe suponer que alguna cosilla tendrá guardada nuestro actual monarca.
El único parné disponible aquí y ahora es el de los mindundis. Para
gravarlo con impuestos directos o indirectos e incluso, porqué no, para
echarle mano mediante alteraciones o adaptaciones de la legalidad
vigente. Después de lo de Chipre, ha quedado muy claro que en la
endeudada España (como en toda la UE) solo están garantizados los
depósitos inferiores a 100.000 euros. Es más, a quienes poseen fondos
legales por encima de dicha cifra se les llama grandes ahorradores.
¿Grandes? ¿100.000 euros? Véanlo de la siguiente forma: los
trabajadores cualificados y las clases medias en general están a tiro,
son accesibles. A la mínima les aplicarán una reducción salarial con
efectos retroactivos: les joderán el plazo fijo, les saquearán los
planes privados de pensiones (además de la pensión pública), les dejarán
tiesos... Manda la banca y sus sagrados beneficios. Ya lo dice la
Constitución Española (Reformada).
A mí plim, pensarán pájaros como Valcárcel,
el presidente de Murcia, que sólo tiene en el banco 122 euros, pobre
hombre. Seguro que personajes como él entenderán que se meta mano a los grandes ahorradores.
100.000 euros, sí. La tercera parte del sueldo anual de quienes dirigen
entidades financieras... intervenidas. A un alto ejecutivo de cualquier
banco o gran compañía, si le mencionas esa cantidad, contestará: ¡Uy,
no llevo suelto! Y lo bonita que está Suiza en primavera.
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