En la madrugada del 28 al 29, el rugido de los motores sobrevolaba la
cálida oscuridad sobre el Guadalope. La cita nocturna estaba en
Alcañiz... y la diurna también, claro. En decenas de kilómetros a la
redonda todos los alojamientos estaban ocupados, corría la cerveza, se
quemaba gasolina y la Guardia Civil llevaba todo el sábado volcada en
las carreteras de acceso a Motorland. Horas después, en el GP, la
presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, contribuía a extender
la leyenda de la Ciudad del Motor, aun reconociendo, ojo, que no existe
un verdadero análisis técnico de sus míticos retornos económicos.
Establecer un cálculo fiable sobre qué da de sí el GP de motociclismo
en Motorland no es, sin embargo, demasiado difícil. Y si no se ha hecho
es por puro miedo a la verdad. En términos contables, sociales y
culturales aquello es un pésimo negocio. Al menos para el contribuyente
aragonés.
Los retornos provienen a) de los ingresos obtenidos en la propia Ciudad del Motor por venta de tickets, publicidad estática y otras partidas menores, y b)
por los gastos que los asistentes a la prueba hacen en la hostelería de
la zona. Pues bien, con unos sesenta mil espectadores y descontando los
que entran gratis (por ejemplo los mayores de 65 años y los menores de
14), podríamos calcular una recaudación de medio millón de euros. Luego
tendríamos que contar las habitaciones disponibles en setenta kilómetros
a la redonda desde Alcañiz y sumar algunas más en Zaragoza: en total
cinco mil camas, tirando muy por lo alto, y a ochenta euros por cama
(generoso promedio, ¿no?) nos daría cuatrocientos mil euros. Sumemos
copichuelas, comidas (pocas, porque la mañana del domingo no dio el más
mínimo juego fuera del circuito) y venta de gasolina y souvenirs, y
apenas lograremos superar el millón de euros de retorno neto.
Millón y cuarto, si quieren. Pero el Gran Premio cuesta entre diez y
doce millones. Y en las instalaciones deportivas de Motorland se han
metido más de cien millones.
¡Lo que se podría haber hecho en el Bajo Aragón y el Guadalope usando con cabeza semejante pastón!
No entiendo como el señor Trasobares puede hacer un planteamiento tan simple: no cuenta el coste que tendría dar a conocer a Aragón y a nuestra comarca a nivel mundial, el gasto que hacen los equipos, las 5000 personas que trabajaron esos días, el trabajo que se ha dado a las empresas de la zona, los puestos de trabajo en las cafeterías, etc. En fin que no tiene ni idea.
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