El PSOE se debate en otra pugna interna porque a Pedro Sánchez, finalmente, le han dado a entender que su elección como secretario general lo fue a título instrumental. Luego, si las cosas van medio bien, quien recogerá los laureles no ha de ser otra que doña Susana Díaz La Trianera.
Y de repente el planeta sociata se ha llenado de desplantes,
movimientos en la sombra y juegos de manos. Con el partido embarrancado
en una situación tan delicada, lo lógico hubiese sido dejarse de
tontadas y dejarse guiar por el instinto de supervivencia. Pero me temo
que los socialistas españoles son incapaces de captar su situación.
Tienen un estilo, una mentalidad específica que empezó a
configurarse a finales de los Setenta (cuando su organización resucitó
tras un paréntesis de cuarenta años), y no son capaces de sustraerse a
los reflejos condicionados adquiridos. Están fuera de la realidad.
Claro que IU no va mucho mejor. En Madrid, la coalición se ha
fracturado. Es difícil definir la naturaleza precisa de los bandos en
liza. Ni siquiera el Partido Comunista (cuyo aparato sigue siendo
un factor clave) es un todo homogéneo. Ese cruel cainismo que ha
caracterizado desde hace no sé cuánto tiempo a las izquierdas se revela
una vez más. A Tania Sánchez, la del hermano emprendedor, le han hecho la cama los duros, los de las tarjetas black. Dicen que detrás de todo ello flotan aún los viejos pactos contra natura que permitieron en su día a Blesa hacerse con la presidencia de Cajamadrid, impulsado simultáneamente por el PP y por algunos de IU, CCOO y demás. Cualquiera sabe.
Con los partidos tradicionales en crisis y los sindicatos más muertos
que vivos, todo está listo para que muchos militantes, convertidos en
samurais sin señor, lleguen a Podemos. En buena lógica, tal emigración
es esencial para que el partido de Iglesias coja músculo y
presencia. Eso sí, dando por sentado que allí también ha de anidar,
inevitablemente, el gen de la disensión y el encontronazo. Si pese a
todo logra ponerse en marcha solventando las diferencias internas a
golpe de democracia, habrá cuadrado el círculo. Será un milagro.
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