Ya les dije que el debate sobre si la economía española va bien, mal o
regular es un callejón sin salida, porque en él se mezclan los
argumentarios gubernamentales (centrados obsesivamente en vendernos
crecimiento), unos datos estadísticos estupendamente contradictorios (el
INE difunde cifras y porcentajes que se desmienten entre sí), unos
actos de fe ideológica ante los cuales no hay razón que valga y una
realidad global volátil e incontrolable, donde los propios mercados, el poder en la sombra que nos trae y nos lleva, dan tumbos de susto en susto.
¿Crece el PIB español tanto como se dice? Bueno... habrá que verlo,
porque ya se sabe que las cifras oficiales al respecto suelen ser
revisadas a la baja tiempo después de haberse publicado. Además lo que
nos vienen vendiendo desde el Gobierno ya no son sólo los crecimientos
contabilizados, sino las previsiones para el año que comienza e incluso
para el 2016. A cambio, Rajoy, Guindos y los demás
barandas pretenden introducir en el subconsciente ciudadano la idea de
que la estabilidad política (o sea, que ellos sigan mandando) es la
única opción.
Datos de la semana pasada: según el Instituto
Nacional de Estadística (INE), en el tercer trimestre del 2014 las
exportaciones de servicios bajaron un 0,4% y las importaciones, un 0,2%
(la gráfica, desde el 2011, sube, baja, sube... poquito). ¿Es éste el
indicador de un país en crecimiento y de una balanza comercial saneada?
Pues no.
Peor todavía: según Contabilidad Nacional, el número de
horas trabajadas seguía bajando en el segundo trimestre de 2014 (más de
28 millones). El empleo crecía, pero la actividad y la productividad,
no. ¿Por qué? Pues sobre todo porque el número de empleados a jornada
completa también desciende. Eso sí, las investigaciones de la Inspección
de Trabajo han revelado otra circunstancia no menos acojonante: las
horas extra no remuneradas suponen ya el 60% por ciento de las llevadas a
cabo (en 2008 eran el 38%). Economía sumergida, ciertamente. Y
devaluación interna. Y salarios más bajo incluso de lo calculado. Y una
productividad por los suelos.
Pero estamos creciendo, ¿eh?
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