Año tras año, el Gobierno presidido por Luisa Fernanda Rudi ha
elaborado y aprobado con la ayuda del PAR presupuestos ficticios, con
ingresos inflados, y partidas destinadas a quedar en nada. Con cínica
indolencia, los jerarcas venían a decirse: ¡bah!, se hará lo que se
pueda, y lo que no... para el año que viene. La situación ha sido
denunciada al fin por la Cámara de Cuentas, el organismo institucional
que vigila la contabilidad de las administraciones aragonesas. Lo cual,
supongo yo, habrá conmocionado a nuestra bienamada jefa, no sólo por su
vocación institucionalista sino por su oficio de censora jurada (de
cuentas, precisamente).
Cabe suponer que Rudi y su equipo han
llegado a creerse el mito de que, cuando acceden a un gobierno endeudado
(el Ayuntamiento zaragozano antes, o ahora la DGA), se consagran a la
imperiosa misión de sanearlo en lo financiero... aunque no hagan otra
cosa. Tal impresión es incierta y tan ficticia como los presupuestos que
nos endilgan los amigos del PP-PAR. Desde luego el actual Ejecutivo
autónomo apenas hace gestión. Pero además recorta cuanto puede, falsea
las previsiones, fía el aumento de los ingresos a una recuperación
inexistente, aumenta sin tregua la deuda, lanza planes (como el Impulso)
dudosos y llenos de trampas (eso también lo ha dicho la Cámara de
Cuentas) y al final incumple las previsiones de déficit y cierra caja en
octubre dejando colgadas decenas de millones. Eso sí, gasta tal señorío
que Aragón no entró en el Fondo de Liquidez ofrecido por el Gobierno
central. La farutada nos ha costado un pastón.
Los conservadores
pretenden que ellos, a diferencia del PSOE, son buenos administradores,
manejan el dinero de todos con prudente sabiduría y saben cómo reactivar
la economía. Lo cual no cuadra con los hechos (salvo en los delirantes
argumentarios que emite Génova). Esa ha sido durante mucho tiempo una
mentira de las que acaban colando a base de ser repetida y admitida como
incontestable axioma. Pero el truco ya no cuela. Aunque Rajoy no lo acaba de entender y Rudi, pobrecita mía, tampoco.
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