En los ambientes alternativos ha hecho fortuna una versión,
creo que exagerada, de los criterios éticos y estéticos exigibles a los
personajes públicos. La austeridad formal llevada al límite, la reacción
intempestiva contra cualquier supuesto privilegio de los cargos
electos, la idealización del pobrismo, los argumentos antipolíticos... son señas de identidad compartidas por los movimientos rupturistas.
Tales criterios se han extendido entre la ciudadanía y tienen su
explicación. Constituyen una reacción plausible a la corrupción
sistematizada, las puertas giratorias, el trato de favor a bancos y
grandes compañías y las traiciones cometidas por quienes fueron elegidos
para defender el interés de la mayoría y acabaron sirviendo a los
poderosos. Sin embargo, al extremarse y desbordar toda lógica, se pueden
convertir en un obstáculo para resetear el Sistema y en un boomerang
que ya golpea a quienes con más fuerza lo lanzaron.
Que salgan a relucir el uso por parte de Monedero
(secretario político de Podemos) de una sociedad instrumental, a través
de la cual cobró sus trabajos para gobiernos latinoamericanos, o bien
el ya famoso contrato del Ayuntamiento de Rivas con la cooperativa
gerenciada por el hermano de Tania Sánchez (concejala del
municipio y actual candidata de IU en la Comunidad de Madrid) no puede
causar asombro. Ambos sucedidos, aunque puedan ser justificados,
resultan por fuerza escandalosos si nos atenemos al contexto elaborado
por los mismos que ahora se ven cogidos en falta.
¿Cómo
extrañarse de que el PP denuncie la subvención de 60.000 euros anuales
concedida por el Ayuntamiento de Zaragoza a la librería La Pantera Rossa?
Resulta que tal ayuda, destinada a fomentar la lectura, fue usada
además para montar un acto en el que intervinieron, ¡ay, madre!, la
citada Sánchez, Ada Colau (líder de Guanyem Barcelona) y Maru Díaz (secretaria general de Podemos en la capital aragonesa). Esto, amigos míos, no queda bonito. Y abona los argumentarios de quienes no tienen otra obsesión que extender el y tú más a cualquiera que pretenda cambiar las cosas.
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