Lo más asombroso de todo fue comprobar que muchos analistas y
políticos europeos (sobre todo españoles) todavía esperaban que, al
final, los griegos se arrugasen, cedieran a las amenazas y volviesen a
optar por la derecha, como la otra vez. El Bundesbank intimidó cuanto
pudo, Rajoy acudió en apoyo de su colega Samaras y Nueva
Democracia, aprovechando que aún manejaba el Gobierno heleno, dejó sin
votar a 100.00 jóvenes que acababan de cumplir 18 años y a todos los
compatriotas residentes en el extranjero (se les consideraba sospechosos
de ser mayoritariamente votantes potenciales de Syriza). Pese a todo,
la mayoría hizo lo que pensaba hacer y usó la papeleta electoral como
instrumento de presión en una estrategia defensiva. Grecia ha perdido la
cuarta parte de su riqueza en unos pocos años, ha visto a un tercio de
su población hundirse en la pobreza, ha perdido el futuro... ¿y todavía
tenían sus ciudadanos que apoyar en las urnas a los ineptos y corruptos
que falsearon las cuentas del Estado (la derecha), fueron incapaces de
modernizar el país (el Pasok) y por último se entregaron juntos al
dictado de la Troika?
Grecia ha tomado el único camino posible. Y
las consecuencias inmediatas no han tenido dimensiones telúricas. No se
ha producido ninguna catástrofe. Tsipras juró el cargo ipso
facto, las bolsas aguantaron el tirón perfectamente, los burócratas de
Bruselas apenas refunfuñaron y nadie duda de que la deuda griega será
renegociada, que habrán de hacerse concesiones al respecto y que, por
mucho que se empeñen lo partidarios de la ortodoxia, o se ofrece alguna
esperanza a los pueblos o esto (la UE, el euro y todo lo demás) no
funciona. Son los acreedores de Grecia (España incluida) los primeros
interesados en dar facilidades para que aquel país pueda recuperarse,
salir del pozo y crecer (de verdad). Así todavía podrá afrontar ciertos
compromisos; si no, se sumirá finalmente en la bancarrota y todos
saldrán (saldremos) perdiendo.
No es el fin del mundo. Solo los efectos de la democracia. Rajoy, claro, ve todo de una manera muy distinta. Pero de eso... ya hablaré mañana.
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