Las cosas de Aragón apenas se dejan ver en el vertiginoso
carrusel de la actualidad política española. Por supuesto, la Tierra
Noble sigue sin exportar noticias, como no sean las baturradas de
rigor. Pero es que aquí mismo, si nos atenemos a los rankings diarios
de las ediciones digitales, llaman más la atención deportes y sucesos
que la actividad institucional... salvo que salga a la luz algo muy-muy
escandaloso. Ayer se dio el caso. Claro que el titular ("400 trabajadores de la empresa pública Sarga formaron parte de candidaturas del PAR") no podía pasar desapercibido. Tampoco era nuevo el tema:
durante lustros, los regionalistas manejaron a placer la citada
sociedad, que antes se denominó Sodemasa. Y desde el primer momento la
contratación de personal estuvo rodeada de sospechas, circunstancias
anómalas y casos alucinantes, que pudieron llamar mucho la atención pero
no motivaron la adopción de medida alguna. A la postre, el Partido
Aragonés siempre ha estado (y está) protegido por sus primos del
PSOE o del PP. Por eso, de todos los pesebres, chanchullos y arreglos
bajo mano que cuelgan de la Administración autónoma, los dos grandes
tienen tanta o más culpa que su ventajista bisagra. Además, si el PAR
supo vender su apoyo, legislatura tras legislatura, a precio tasado (lo
cual le convertía en un aliado excepcionalmente estable), sus socios
tampoco se fueron nunca de rositas. Todos se rascaban mutuamente la
espalda, y tan felices.
Por poca repercusión que tengan por ahí
fuera casos como el de Plaza, por olvidado que esté lo de La Muela y por
chuscos que sean los detalles de algunos barullos, no estamos ante
simple folclore. La anormalidad se manifiesta en forma de cuadros de Goya
pagados por encima de su valor de mercado, subvenciones millonarias a
industriales que se gastaron la pasta en lo que bien les vino, contratas
adjudicadas y prorrogadas con singular alegría, carísimos programas
informáticos que no chutan, denominaciones de origen ful... En ese barro venimos chapoteando sin poderlo remediar. Bueno, tal vez algunos sí han podido. Pero no han querido.
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