Tras la desventurada entrevista (o lo que fuera aquello) que le hicieron a Pablo Iglesias en el 24 Horas de TVE, la realidad cayó ayer a plomo (a peso mierda,
decíamos en mi barrio) sobre nuestras atribuladas conciencias. El
fiscal pidió 19 años de sangre, sudor y lágrimas para el villano Urdangarin, pero exculpó a la indefensa
infanta, víctima de aquel "a título lucrativo" (pues aun beneficiándose
de manera ostensible de las fechorías del cónyuge, queda al margen del
delito si creyó que el lucro caía del cielo cual providencial maná). Al
mismo tiempo, el Consejo General del Poder Judicial decidía que la plaza
del juez Ruz en la Audiencia Nacional salga a concurso. Así,
queda en el aire el futuro de la instrucción de sumarios tan sabrosos
como el remate de la Gürtel, los papeles de Bárcenas, la pasta de Pujol junior
y algún presunto crimen de guerra internacional. Los optimistas se
aferran a la posibilidad de que el magistrado (que en su día hubo de
sustituir a Garzón) pueda seguir en el tajo en funciones de
apoyo. Bueno... habrá que ver cómo y con qué atribuciones. Lo más
probable es que las causas sufran un nuevo retraso. Lo que sitúa
cualquier vista oral más allá del otoño del 2015. ¿Habrá alguien que,
comentando esta situación con Cospedal, se atreva a anticiparle la enhorabuena por tal logro?
El lunes, ABC
abrió portada vinculando a Podemos con los presos de ETA. Se trata de
un jalón más en la campaña de acoso a la nueva formación, sometida a un
tiroteo mediático sin precedentes. Y conste, por si alguien tiene dudas,
que a mí me parece bien que los periodistas seamos incisivos y críticos
con Iglesias y lo suyos. Pero en este oficio mío el valor no se
demuestra metiéndole caña a un partido recién parido, de escasísimos
recursos y sin contacto alguno con los poderes fácticos. No, colegas: la
responsabilidad informativa se forja arreando estopa a quienes
gobiernan las instituciones o a quienes manejan los hilos desde los
bancos y las grandes compañías. Ahí os quiero ver yo, hermanos:
plantándoles cara a los que de verdad están todos los días de
enhorabuena.
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