En otro diario aragonés titulaban el otro día que la bendita Tierra Noble saldrá de la crisis en una posición aventajada. Yo, ya disculparán el lapsus, leí avejentada,
porque hay algo que no precisa de informes ni de consultoras: la
regresión demográfica es un hecho; cada vez seremos menos y más mayores.
En los pasados años de gloria, los optimistas con mando en plaza
(¡claro, solo quien no manda se apunta al realismo crítico!) anunciaron
una población total de dos millones, la mitad de los cuales colmarían
Zaragoza de norte a sur y de este a oeste (de ahí la suicida expansión
urbana que tantos quebraderos de cabeza nos da y nos dará). Pero tal
crecimiento siempre fue imposible, salvo que hubieran llegado cientos de
miles de inmigrantes. No obstante, entiendo perfectamente a la
presidenta Rudi cuando se nos alboroza presentando estudios del territorio que anuncian futuras ventajas y dan por hecha la inflexión que nos ha de situar definitivamente en la senda de la recuperación.
Tengo a gala haber sido un cenizo impenitente cuando nos desbordaba la
abundancia inmobiliaria. "No seas tan negativo, hombre", me recomendaban
con cariño los jefes de entonces (sobre todo Marcelino, porque Biel
pasaba ya de venderme sus virguerías, pues sabía que no eran huesos
para la boca de este perro). Luego, cuando pasó lo que todos sabemos
(aunque a veces me pregunto si hemos llegado a saberlo en algún
momento), los aleluyas se transformaron en ayes. Se esfumó Gran Scala,
los magníficos proyectos empezaron a costarnos un huevo y la yema del
otro (y ahí siguen) y llegó Rudi a mandarnos parar, a frenarnos, a
paralizarnos y a criogenizarnos. Pero estamos a finales del 2014, el
año que viene es muy electoral y la presidenta actual se sube al
colorido carro de quienes nos ven ventajosos y no viejos. Normal, dentro
de poco saldrá a pedir el voto y Rajoy ya ha marcado la pauta:
digamos una y mil veces que todo vuelve a ir bien, y de esta forma la
gente entenderá mejor que más le vale no ponerse muy tonta a la hora de
llevar la papeleta a la urna. Optimismo, mucho optimismo. Tanto si
quieres como si no, abuelete.
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