En Aragón, todo el ámbito institucional vuelve del corto veraneo para
bregar con los mismos temas y los mismos barullos de antes de abrir el
paréntesis. En el ámbito autonómico, la presidencia de las Cortes sigue
siendo una pieza de discusión perfectamente absurda. En el Ayuntamiento
de Zaragoza, el equipo de gobierno intenta una vez más sacar a flote un
plan económico al que el grupo socialista y eventualmente el de CHA
volverán a poner mil pegas (y eso que la actual propuesta del
responsable del área de Hacienda, Fernando Rivarés, parece estar
bastante afinada). El laberinto de pasiones que envuelve al PSOE y a
Podemos, IU y su entorno (ZeC) se embrolla más y más porque, de manera
simultánea, la indefinida situación política española no arroja luz
sobre la siempre difícil relación entre las izquierdas. Si alguien cree
que estas condiciones permitirán proyectar estratégicamente la gestión
de las grandes instituciones de la Tierra Noble (salvo, quizás, el
ayuntamiento oscense), tiene asegurado el desengaño. Por supuesto, el PP
y Ciudadanos (habitualmente bien sintonizados) se limitarán a dar la
murga y meter cizaña. Tampoco tendrán que esforzarse demasiado. Los de
la otra banda les están haciendo el trabajo.
El caso es que los resultados de las últimas elecciones autonómicas y
locales permitían encajar perfectamente (en la distribución de
gobiernos y cargos anejos) un pacto interinstitucional entre socialistas
y podemistas (incluyendo a sus diversos aliados de las plataformas En
común). Era factible consensuar programas cruzados para recuperar y
mejorar los servicios sociales, para combatir la pobreza y la
desigualdad, para elaborar proyectos destinados a incrementar la
eficiencia del sector público y fomentar la actividad económica privada
y, por supuesto, para gestionar bien el día a día. Por ahí fueron las
cosas. Pero en medio de tremendos recelos, de mutuos desaires, de
patadas por debajo de la mesa. Los acuerdos, en general, no se hicieron
bien ni se han desarrollado con lealtad y franqueza. Lo cual no ha sido
obstáculo para que sí haya avances sobre la situación heredada de
administraciones anteriores, especialmente en lo que se refiere al
Gobierno de Aragón, financieramente asfixiado pero que ya revierte
algunas consecuencias de los recortes en Sanidad y Educación.
No existe en España un modelo para la imprescindible alianza entre
las izquierdas. Tanto en el PSOE como en Podemos son muchos los que
ponen en cuestión al otro partido. Pero eso no es operativo. Ni en lo
que respecta a este Aragón que estrena un incierto curso político, ni en
lo referido a la imperiosa necesidad de disponer de una alternativa
para el Gobierno central. Es de cajón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario