Desde hace tiempo estamos en manos de los dioses, manos caprichosas y a menudo crueles. Sin embargo, una buena parte de la opinión pública cree que ahora las cosas se arreglarán de manera milagrosa. Ayer mismo, Javier Arenas, vocero del PP y futuro presidente de Andalucía, salió por las teles anunciando la buena nueva de que España ya vuelve a pisar fuerte en Europa. Mariano Rajoy, vino a decir, nos ha redimido. A la misma hora, el consejero de Hacienda del Gobierno de Aragón, Mario Garcés, comparecía triunfal ante los medios para anunciar que prescindirá de treinta millones de euros en ingresos tributarios para "fomentar el empleo". Alegría, hermanos, la crisis tiene los días contados.
La verdad es que Rajoy estuvo animadísimo en la reunión de Marsella. Lástima que cuando intervino ante sus camaradas del PPE ya no estuvieran presentes ni Merkel ni Sarkozy ni la mayoría de los delegados. La canciller alemana iba camino de Bruselas, a meterse Europa en el bolsillo. Allí acudió Zapatero, como un fantasma. Inspirado directamente por su sucesor a título de presidente del Gobierno, anunció que España se adherirá a la reforma de los tratados propuesta por Alemania y secundada por Francia. ¿A qué reforma? A la que sea, a la que toque, a la que manden. Pepelui sólo piensa ya en irse a su chalet (alquilado, ¿eh?) en Somosaguas y vivir en paz.
Antes había brotes verdes, ahora se ve la luz al final del túnel. En algunos colegios públicos aragoneses están mosqueadísimos porque el departamento de Educación no les ha hecho libranza alguna desde que empezó el curso. O sea, que todos los gastos habidos (comedores, materiales, extras) van al prestao. Ya lo arreglará Garcés. La gente acude cada día a currar (si puede) temiendo que le planten un ERE, que le bajen el sueldo, que le inviten a meter más horas gratis, que no le renueven el contrato, que le den puerta (con indemnización de veinte días por año trabajado y un máximo de doce años)... Pero los dioses del Olimpo europeo le han dado la solución al bueno de Rajoy: flexibilidad laboral, mucha flexibilidad. ¿Más aún? Por supuesto.
Y sin lloros, que esto va a ser Jauja.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/sábado 10.12.2011
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