No sé, la verdad, por qué la triunfal derecha habla tan mal de Zapatero, un presidente que, si en sus primeros años pudo tener arranques inconvenientes para lo que es el ideario conservador, ha terminado sus días en Moncloa dejándoselo todo atado y bien atado a su impávido sucesor. El Gobierno socialista en funciones aprovecha sus últimos días para rematar tareas pendientes: por ejemplo indultar al excapitoste del BSCH Alberto Sáenz y a los mendas de la Azucarera del Ebro, reducir la aportación del Estado al salario de los discapacitados que puedan lograr un contrato laboral... y dejar encendida la luz verde para el pantano de Biscarrués. Si el traspaso de poderes dura un par de meses más, Rajoy se queda sin nada que hacer para el resto de la legislatura. Porque, de propina, el ejecutivo saliente ha bloqueado la Ley Sinde y se ha dejado en el cajón otras iniciativas (anunciadas a bombo y platillo) como la normativa general destinada a garantizarnos una muerte digna o aquella que pretendía mejorar la calidad atmosférica en las ciudades. Aun así, los de la caverna mediática están que trinan por la aparición en el BOE de subvenciones destinadas a sufragar la búsqueda de restos de los republicanos asesinados tras el golpe del 36 y otras actividades relacionadas con la memoria histórica. Ahí les duele. Como diría la consejera aragonesa de Educación, Cultura y Deportes, Dolores Serrat, no es bueno dividir a los españoles; que cada uno siga en su sitio: los mártires de la Cruzada en los altares y los rojos... en las cunetas.
La incapacidad de Zapatero para sintonizar con sus votantes ha producido la primera gran ruptura del suelo electoral del PSOE. La ceguera táctica del todavía presidente del Gobierno y secretario general socialista ha alcanzado las más altas cimas con ese empeño de apurar su desgaste tomando decisiones de última hora que correspondían ya al PP o frenando propuestas cuya aprobación podía incomodar a la derecha y sus derivados (por ejemplo, la Conferencia Episcopal).
Lo de Biscarrués es de nota. Aprueban un proyecto destructivo, inútil y económicamente insostenible. Se ha lucido también la ministra Aguilar.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/sábado 17.12.2011
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