Al fin, Mariano Rajoy, futuro presidente del Gobierno español, se dio ayer un homenaje en el Parlamento. Subió, bajó, levitó, derrochó finura con Rubalcaba y Durán i Lleida, se aburrió un poquito (replicando a los tres portavoces, tres, de la variopinta Izquierda Unida), se gustó, se recreó, se puso simpático, a veces se equivocó con los datos y exhibió su innegable capacidad para irse por las ramas y decir una cosa y su contraria. Estuvo genial desde luego, y no deja de tener mérito eso de ir dando réplicas a los tropecientos portavoces de la oposición, cada uno con su rollo. En cualquier caso, Rajoy afronta desde ayer una legislatura muy peculiar: por primera vez estamos en un régimen de partido dominante (y más cuando en marzo se tiña de azul Andalucía); por primera vez también el Gobierno confrontará su discurso con un guirigay multicolor, expresionista e incluso delirante... pero básicamente inútil porque el PP (con la muy probable ayuda de CiU y alguna otra minoría) siempre va a decir la última y decisiva palabra.
Ocurre además que el líder conservador ya no tiene por qué dar detalles o ser más explícito. Por un lado, eso de concretar no le ha gustado nunca (ayer, admitir que mantendrá la edad de jubilación en los sesenta y siete años le costó una barbaridad); por otro, está bien claro que puede manejar a placer los sobreentendidos. La ciudadanía le ha cogido la onda a esta situación y lo entiende todo: los recortes, la desregulación absoluta del mercado laboral, la deconstrucción del Estado del Bienestar (Durán quiere que pase a llamarse Sociedad del Bienestar), la pérdida de poder adquisitivo y cualquier otro tratamiento que nos receten los altos partidarios de la ortodoxia financiera. Mariano Rajoy puede seguir saliéndose por la tangente. Lo que él no dice, el personal se lo imagina. El fatalismo precede a nuestro futuro presidente, le abre las puertas, le coloca el sillón, le sirve una copa. No sé cuánto durará esta pasividad, esta impotencia, este silencio de los corderos. Pero de momento la derecha entra al poder por la puerta grande. De paseo. Un paseo militar, que diría el exministro y actual ministrable Arias Cañete.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/martes 20.12.2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario