En su día, el malogrado Manuel Giménez Abad quiso poner en marcha un ambicioso plan para reformar la administración autónoma. No llegó demasiado lejos, porque para entonces (en la era Lanzuela, segunda mitad de los Noventa) la DGA ya era una máquina pesada y compleja, accesible sólo a la paciencia, la firmeza, las ideas claras y la determinación de crear un cuerpo de empleados públicos cualificado, estable, responsable, respetuoso con la voluntad popular... un cuerpo republicano., algo que nunca existió en España. Aquí, la tradición por la cual cada cambio en los gobiernos viene seguido de relevos en jefaturas de servicios, institutos técnicos o direcciones de hospitales es tan común como absurda y bárbara. Y menos mal que, digan lo que digan, en las plantillas de las instituciones (al menos de las aragonesas) aún queda bastante gente preparada y plenamente consciente de su responsabilidad. No digamos en los grandes servicios públicos. Sólo espero que estas personas, estos trabajadores, no acaben desmoralizados por los recortes, las presiones, la notoria incapacidad de sus jefes políticos y otras plagas que caen sobre ellos.
Al margen de lo que el PP dijera o diga, su llegada al Pignatelli no ha puesto fin a las peores prácticas de la administración aragonesa. Como vemos a diario, se ha nombrado y desnombrado con una frivolidad rayana en el pitorreo. El desliz del consejero Lobón con su anglófono jefe de gabinete o el rifirrafe del consejero Bermúdez de Castro con la suya (a la que, tras cesarla, ha buscado otro enchufe en la tele pública) son dos detalles sintomáticos. La depuración llevada a cabo en casi todos los departamentos ha dejado fuera de juego a excelentes funcionarios que (como predije en su día) ahora cobran por vegetar en algún despacho perdido. No pocos cuadros técnicos bien preparados han sido sustituidos por otros pillados a lazo en el amplio orbe conservador. Y la organización general dista de haber mejorado.
De lo que pasa en otros territorios institucionales (como la DPZ) ya les hablaré más adelante. Mientras, permítanme que contemple con escepticismo el plan de Rudi para inspeccionar su bendita administración.
JOSÉ LUIS Trasobares 23/02/201
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